“El Gobierno y Alcoa se están divorciando y nos pillan en medio”

Los trabajadores de la factorías de Avilés y A Coruña se resisten a perder sus empleos por un conflicto ajeno a ellos

Alcoa, el gigante del aluminio, está decidida a cerrar sus plantas de Avilés y A Coruña, con 414 y 395 trabajadores, respectivamente. Y la culpa, expone la dirección de la multinacional norteamericana, la tiene el precio de la luz en España, que, sin la rebaja por paquetes para grandes consumidores, anticipa pérdidas “insoportables” a partir de enero de 2015. Así se lo trasladaron esta semana a los comités de empresa en la primera reunión para abordar los despidos, una forma suave de anticipar el cierre y la destrucción de más de 800 empleos directos y varios cientos indirectos.

Para lo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Alcoa, el gigante del aluminio, está decidida a cerrar sus plantas de Avilés y A Coruña, con 414 y 395 trabajadores, respectivamente. Y la culpa, expone la dirección de la multinacional norteamericana, la tiene el precio de la luz en España, que, sin la rebaja por paquetes para grandes consumidores, anticipa pérdidas “insoportables” a partir de enero de 2015. Así se lo trasladaron esta semana a los comités de empresa en la primera reunión para abordar los despidos, una forma suave de anticipar el cierre y la destrucción de más de 800 empleos directos y varios cientos indirectos.

Para los trabajadores de la planta coruñesa de A Grela, la antigua Inespal, resulta insoportable perder el trabajo de toda una vida de un día para otro en una industria que consideraban sólida y en un sector que capeó la crisis con la demanda al alza.

“El nerviosismo está ahí, es incontrolable”, dice Nazario Arias, de CC OO y presidente del comité de A Coruña. Se agarra a la posibilidad de la segunda subasta energética comprometida por el Gobierno para esquivar un final inesperado y abrupto tras una primera puja en noviembre que los dejó fuera de juego con, a su juicio, “una desigualdad terrorífica” entre los grandes consumidores y los medianos. Alcoa aspiraba a seis paquetes de 90 MW a repartir entre las fábricas de San Cibrao, en Lugo, (4), A Coruña (1) y Avilés (1), pero solo logró tres para la primera, la más moderna y productiva. Las dos plantas a las que la multinacional quiere echar el candado son parejas en plantilla (400), tonelaje (87.000) y pérdidas: unos 100 millones entre las dos en el último lustro, admite la compañía aluminera. Aducen que la factura eléctrica les supone el 35% del gasto y que el coste por tonelada pasará de 1.170 a 2.120 euros el año próximo, un incremento de 330 euros que se antoja “insostenible”.

Ha sido una semana durísima para los trabajadores, que no ven otra alternativa que las movilizaciones y tocar todas las teclas políticas en busca de apoyos.

En A Coruña, el 100% del personal secundó el pasado viernes una huelga de 24 horas que inició con barricadas de neumáticos en llamas en el acceso al polígono industrial de A Grela. Hace siete días que cerraron el paso a los camiones para que el aluminio no llegue al mercado y mantienen un pequeño campamento en la puerta de la fábrica. Las dos plantillas amenazadas con el cierre se echaron a la calle el jueves en Avilés en una demostración de fuerza que reunió a 20.000 personas, según el recuento sindical. El viernes, fueron los asturianos y los operarios de Lugo los que se desplazaron hasta A Coruña con una protesta multitudinaria que desembocó ante la Delegación del Gobierno en Galicia y que concitó el respaldo unánime de la ciudad, incluido su regidor, Carlos Negreira, del PP. También el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, se comprometió a buscar una alternativa al cierre cuando los trabajadores lo abordaron hace una semana en un acto público. Los trabajadores de Navantia, Repsol o el Deportivo se solidarizaron.

La aluminera afirma que solo mantendrá abiertas estas dos fábricas en 2015 si obtiene descuentos energéticos “en línea”, en un órdago al Ejecutivo. “El Gobierno y Alcoa se están divorciando y nos pillan a nosotros por medio”, resume Arias. Asegura que los trabajadores no se plegarán fácilmente. “No nos daremos por cerrados hasta que nos cierren”.

Archivado En