OBITUARIO

Philip Caldwell, el príncipe automovilístico de Detroit

Fue el primer directivo de Ford que no procedía de la familia fundadora

Philip Caldwell, en 2007.

Cuando Alan Mulally se puso al frente de Ford Motor hace siete años, de las primeras cosas que preguntó fue qué había pasado con el Taurus. Es el mismo coche con el que dos décadas antes Philip Caldwell apostó por el futuro de la automovilística estadounidense. Caldwell fue, además, el primer consejero delegado de la sociedad que no era parte de la familia fundadora.

El ejecutivo falleció el 10 de julio a los 93 años. Era una persona callada, fría, analítica y decidida, una cualidad que se ve en otros directivos que afrontaron periodos de gran dificultad en sus compañías. En su caso fue...

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Cuando Alan Mulally se puso al frente de Ford Motor hace siete años, de las primeras cosas que preguntó fue qué había pasado con el Taurus. Es el mismo coche con el que dos décadas antes Philip Caldwell apostó por el futuro de la automovilística estadounidense. Caldwell fue, además, el primer consejero delegado de la sociedad que no era parte de la familia fundadora.

El ejecutivo falleció el 10 de julio a los 93 años. Era una persona callada, fría, analítica y decidida, una cualidad que se ve en otros directivos que afrontaron periodos de gran dificultad en sus compañías. En su caso fue la recesión de 1980 y la crisis del petróleo. Trataba de afrontar siempre los problemas estudiando todas las posibilidades.

Como señala Bill Ford, presidente del grupo, Philip Caldwell tuvo un impacto mayor en la compañía. Fue nombrado presidente en 1978, después de que el extravagante Lee Iacocca fuera cesado por el nieto de Henry Ford. Al año se hizo con el cargo de consejero delegado y al siguiente con la presidencia del Consejo. La familia le confiaba así todos los poderes.

Henry Ford II ya había dicho en 1979 ante los accionistas de Ford Motor que el cargo de consejero delegado era algo que no podía heredarse, es decir, era una posición que debía designarse por méritos. A las pocas semanas llamó a Philip Caldwell a un despachó y le comunicó que quería que fuera él quien llevara las riendas del grupo.

Philip Caldwell era original de Bourneville (Ohio). Se formó en economía y completó sus estudios con un máster en administración por la Escuela de Negocios de Harvard. Empezó a trabajar en Ford en 1953. El primer cargo de responsabilidad le llegó como responsable de la planificación de productos en la división de vehículos pesados. En 1977 ya era vicepresidente.

Si los Ford eran los grandes duques de Detroit, Caldwell fue el príncipe y así es como le apodaban dentro de la compañía. Durante sus casi cuatro tres décadas dedicado a la compañía, participó en la comercialización de coches como el utilitario Fiesta, en 1976, o el sedan Taurus, en 1985. Este último coche fue su creación final, antes de que Donald Petersen le sustituyera.

Se le reconoce al ejecutivo como una de las claves de la recuperación de la compañía al haber priorizado la calidad y el estilo, que cobraron forma en el Taurus. Ese fue el coche que simbolizó el retorno entonces y el mismo con el que Alan Mulally quiso marcar el inicio del nuevo proyecto para la compañía, para superar una crisis que se presentaba larga.

Caldwell estuvo al volante de Ford Motor hasta que cumplió los 65 años. Siguió ocupando un asiento en el Consejo hasta 1990. Tras abandonar Detroit se hizo con un puesto de dirección en el extinguido banco de inversión Lehman Brothers.

 

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