El 'oso' que dio un zarpazo al orgullo francés

Maurice Taylor, el jefe de Titan es un personaje polémico también en EE UU

Maurcice Taylor, consejero delegado de Titan InternationalAFP

Maurice Taylor no se anda por las ramas. Cuando tiene algo que decir, lo dice y a la cara. Solo hay que fijarse en el lenguaje nada diplomático utilizado en la carta que acaba de mandar a París, con su negativa a compra la planta de Goodyear al norte de Amien. Habla esencialmente de charlatanes, de locos y de vagos. El primero, por los dirigentes políticos, algo que también lamenta de los líderes en EE UU. El segundo, por los sindicatos, con los que también lidia en su país. Y el tercero, por los empleados, mirando a la competencia bajo coste que importa China.

“¿Se cree que somos tonto...

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Maurice Taylor no se anda por las ramas. Cuando tiene algo que decir, lo dice y a la cara. Solo hay que fijarse en el lenguaje nada diplomático utilizado en la carta que acaba de mandar a París, con su negativa a compra la planta de Goodyear al norte de Amien. Habla esencialmente de charlatanes, de locos y de vagos. El primero, por los dirigentes políticos, algo que también lamenta de los líderes en EE UU. El segundo, por los sindicatos, con los que también lidia en su país. Y el tercero, por los empleados, mirando a la competencia bajo coste que importa China.

“¿Se cree que somos tontos en Titan?”, le pregunta desafiante al ministro de Industria francés, Arnaud Montebourg. Taylor, de 67 años, es consejero delegado de Titan International desde hace más de dos décadas. En 2005 se hizo con el casco de presidente ejecutivo, año en el que el fabricante de neumáticos se hizo con la división agrícola de Goodyear y le compró a su rival el negocio en América Latina. Fue él quien fundó Can-Am, el germen de Titan Wheel.

Empezó en la industria trabajando en 1969 como ingeniero en una planta de General Motors (GM). Solo aguantó seis meses. Se fue, aburrido. Ya entonces decía que GM era una compañía que estaba mal, porque había demasiada gente en lo más alto de la pirámide. Así que decidió volver a Ellsworth, donde se crió, y durante dos años trabajó con su padre en el negocio familiar, Morweld Steel Corporation. La empresa se dedicaba a la producción de proyectiles para tanques. Quebró en 1975 después de que el Pentágono pusiera fin al contrato que tenía con ellos.

Desde entonces, fue por libre. El nombre de este ingeniero saltó a la opinión pública cuando en 1996 se presentó a las primarias del Partido Republicano para llegar a la Casa Blanca. En su carrera a las presidenciales lanzó un mensaje que bien podría haberse aplicado a la campaña de Mitt Romney. Quiso llevar al Despacho Oval una gestión fiscal sana e impregnar la vida pública en Washington con la forma de hacer de las corporaciones.

Se ha negado a comprar la planta de Goodyear en Amiens

Se le conoce como Morry. Y lo que nadie pone en duda por su experiencia técnica es que es uno de los mayores especialistas en la producción de neumáticos. Titan International empezó a cotizar en el Nasdaq y ahora lo hace en el New York Stock Exchange, donde tiene una capitalización bursátil de unos 1.250 millones de dólares (946 millones de euros). Como dijo Montebourg, es bastante más pequeña que Michelin. Pero a Taylor no le gusta nada esto del “We are French”.

Taylor es un empresario nacido y forjado en Detroit, la capital de la industria del automóvil. Su aspiración a presidente puede ayudar a entender hasta dónde puede llegar su ambición. Sabía, en todo caso, que sus posibilidades para llegar al 1600 de Pennsylvania Avenue eran limitadas. No tenía ni el nombre ni la cuenta bancaria de otros aspirantes a presidente. Y no fueron pocos entre los conservadores que le aconsejaron no meterse.

Pero pensaba que podría lograrlo con una buena estrategia. Se gastó así seis millones de dólares de su fortuna personal en financiar la campaña. Era parte del dinero que logró con la oferta pública de Titan. Solo se llevó un 1% de los votos en las primarias a las que se presentó. El ministro Montebourg recuerda en plena polémica que lo que acabó con sus aspiraciones presidenciales fue un programa “marcado a la extrema derecha”.

Ingeniero, de 67 años, se presentó a las primarias republicanas en 1996

Lo que no dice el ministro es que incluso si hubiera llegado más lejos, habría tenido que verse las caras en las presidenciales frente al demócrata Bill Clinton y ahí sus opciones eran nulas. Lo cierto también es que Taylor es uno de esos empresarios que a la vez puede ser odiado o levantar grandes pasiones. Es de la clase de ejecutivos, como dicen en EE UU, que no le importa que le partan la nariz de un guantazo y es también muy astuto.

Taylor, que escribió un libro a modo de crónica de campaña bajo el título “Matar a todos los abogados”, es por eso conocido como the Grizz (el oso) por la brusquedad de su carácter y su estilo agresivo como negociador. Es una de esas criaturas que dan color a las campañas y se convierten en una mina para los guionistas de programas como Saturday Night Live, donde fue parodiado. Tiene su propio blog y un canal en Youtube.

Y es precisamente un oso Grizzly la mascota de la compañía. Su imperio empresarial empezó a tomar forma cuando compró Titan Wheel International a Firestone. Y es también esa campaña la que ayuda a dar sentido a su última misiva. Entonces se vendía al público como un “patriota económico” que iba a defender la creación de empleo en EE UU e intentar reducir las barreras arancelarias a los productos made in USA.

Más recientemente, Taylor forzó a la Administración de Barack Obama para que hiciera de una vez algo contra la invasión de neumáticos chinos en el mercado estadounidense. Una maniobra que fue apoyada por los sindicatos y que llegó a la Organización Mundial del Comercio, que acabó ganando Washington. En la controvertida carta hace precisamente referencia al dineral que se gastó en hacer presión para que prosperara su causa.

Esa es la crítica que le hace ahora al Gobierno francés, a la que acusa de no proteger a su propia industria. “En cinco años, Michelin no será capaz de producir un neumático en Francia”, augura el empresario, si el Ejecutivo que preside el socialista François Hollande sigue preservando la “French way” (vía francesa). Y le recuerda que, como en EE UU, los agricultores franceses lo que quieren son neumáticos baratos. “No les importa si son chinos, indios o si sus gobiernos los subvencionan”.

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