Borrón y cuenta nueva

Las inmobiliarias cotizadas tratan de reconstruir su negocio con planes y gestores diferentes

El Plan Fénix, presentado por Metrovacesa la semana pasada, no sólo traza la estrategia de la compañía presidida por la familia Sanahuja por relanzar el grupo tras la segregación de Gecina, sino que indica la determinación de todo el sector de detener su caída y refundar los cimientos de un negocio castigado por la falta de confianza, la crisis del área residencial, la falta de liquidez del mercado y la debacle bursátil.

Que Metrovacesa, la mayor inmobiliaria española, se identifique con el símbolo del Fénix, el ave mitológica que renacía de sus propias cenizas, da idea de cómo ven las ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El Plan Fénix, presentado por Metrovacesa la semana pasada, no sólo traza la estrategia de la compañía presidida por la familia Sanahuja por relanzar el grupo tras la segregación de Gecina, sino que indica la determinación de todo el sector de detener su caída y refundar los cimientos de un negocio castigado por la falta de confianza, la crisis del área residencial, la falta de liquidez del mercado y la debacle bursátil.

El sector inmobiliario vale 18.720 millones de euros en Bolsa, un 56% menos que en enero del pasado ejercicio
Más información

Que Metrovacesa, la mayor inmobiliaria española, se identifique con el símbolo del Fénix, el ave mitológica que renacía de sus propias cenizas, da idea de cómo ven las propias empresas el estado de su negocio. Los resultados anuales que presentará el sector en las próximas semanas dejarán claro que los días de vino y rosas han quedado definitivamente atrás y que en la mayor parte de las empresas ha llegado el momento de dar un golpe de timón.

Por ahora, el negocio inmobiliario no puede dar señales de recuperación y tampoco esquiva las cornadas de la Bolsa. Aunque su valor ha caído tan bajo que la semana pasada los rumores de compras hicieron rebotar varias cotizaciones, desde enero del año pasado, ha perdido 24.000 millones, que podrían haber sido muchos más de no ser por la importante revalorización de Testa. Se trata de una sangría que comenzó con el desplome de Astroc en abril y que, además del patrimonio de miles de pequeños accionistas, ha convertido el reinado del ladrillo en Bolsa en uno de los más efímeros que se recuerdan.

Enrique Bañuelos, presidente de Astroc, perdió en una sola semana 3.600 millones de euros y sus acciones en la compañía -un 17% del capital- valen hoy 71 millones; para la familia Sanahuja, el precio de la guerra con Joaquín Rivero por el control de Metrovacesa supera los 2.000 millones de euros; Fernando Martín, cuya empresa pagó 35,7 euros por cada acción de Fadesa, ve hoy cómo el valor de la compañía resultante se reduce a menos de la mitad y Luis Portillo, que culminó su ascenso al trono con la compra de Colonial en junio de 2006, comprueba cómo su paquete del 40% en la empresa se paga a 1,86 euros por acción, un 64% menos que hace poco más de doce meses.

Claro que no todo ha sido ruina. La Caixa, por ejemplo, se embolsó 1.466 millones de euros con la venta de su antigua filial. Algo parecido a lo que ha vivido Manuel Jove, quien liquidó su promotora Fadesa seis meses antes del desplome por 2.028 millones y además pasó a ver la crisis inmobiliaria desde la barrera. Como la familia Losantos, que cobró unos mil millones por su participación en Riofisa al ser adquirida por Colonial en enero de 2007, con la crisis ya a la vuelta de la esquina.

En cualquier caso, la mayor parte de las empresas tratan ahora de refundar el negocio sobre lo que ha quedado después de que la crisis de liquidez hundiera el valor de sus activos y aumentara el peso de la deuda. Este hecho ha supuesto el relevo en la nómina de propietarios y gestores de las mayores empresas.

La familia Sanahuja reconducirá Metrovacesa en su nueva etapa hacia el área patrimonial, del 75% del negocio actual, al 90% en 2010. Además, realizará una importante rotación de activos (valorada en más de 2.000 millones de euros). Con esta línea de negocio, la inmobiliaria asegura que se situará entre los primeros grupos europeos del sector. Su deuda, que superará los 9.000 millones de euros, también lo será. La familia Sanahuja, con un 70% del capital, pretende reducir su participación hasta algo por encima del 50% dando entrada a inversores institucionales, un proceso en el que antes debe resolver la segregación de Gecina.

Fin de las turbulencias

Mientras, Colonial afronta días decisivos para poner punto y final a una etapa turbulenta y tomar un nuevo rumbo. Sus principales accionistas, Luis Portillo y el grupo Nozar, vieron cómo un primer comprador interesado, General Electric, desistía de lanzar una oferta. Esta semana será el turno del segundo, el fondo Investment Corporation of Dubai. El precio por acción de Colonial se sitúa en torno a 1,86 euros, un nivel que no registraba desde el primer trimestre de 2006, cuando aún pertenecía a La Caixa.

Casi con toda seguridad, la decisión de los nuevos dueños de Colonial será dejar a un lado el negocio residencial para centrarse en el patrimonial. La opción seguida por el nuevo presidente de Martinsa Fadesa, Fernando Martín, ha sido, además de diversificar sus actividades con la entrada en el sector de las energías renovables, volcar sus esfuerzos en adaptarse al cambio de ciclo en España con la venta de viviendas a precios asequibles y aprovechar el despegue económico del negocio residencial en países emergentes. Así es como Martín pretende recuperar el terreno perdido para una empresa que, en su opinión, debería cotizar a 40 euros por acción, es decir, un 166% por encima de su valor actual.

Visitas relámpago al club de millonarios

Aunque sin duda más ricos que antes de comenzar su aventura, los empresarios españoles que se engancharon al boom del ladrillo han perdido en el último año buena parte de las enormes plusvalías acumuladas. De las fortunas que se han esfumado queda constancia en la famosa lista Forbes, que anualmente pone al día la lista de los más ricos del mundo, un ranking que en España suma 20 nombres encabezados por Amancio Ortega y que, en su mayoría, están vinculados al sector de la construcción o al inmobiliario.

El caso más destacado de 2007 es el del ahora ex presidente de Astroc, Enrique Bañuelos. Forbes calculaba que su patrimonio -con un 50% del capital de la inmobiliaria, entre otras inversiones- ascendía a 5.500 millones de euros. En abril de 2007, poco después de la publicación de la lista, en la que destacaban otros reyes del ladrillo como Luis Portillo (puesto 237) o Manuel Jove (249), la cotización de Astroc se desplomaba un 30% y su fortuna se reducía en 3.500 millones de euros. Hoy, Bañuelos tiene un 17% de la compañía, valorado en 448 millones de euros, una fortuna “insuficiente” para hacerse un hueco en Forbes.

Archivado En