Editorial:

El regreso de Italia

Monti impulsa medidas para desbloquear el país y recuperar influencia en la UE

Reforzado por una trayectoria de reformista y liberalizador que se granjeó cuando era el poderoso comisario de Competencia en la UE, el actual primer ministro italiano, Mario Monti, puede lograr algo que ninguno de sus predecesores, de derechas o de izquierdas, habían conseguido: desbloquear Italia. Aunque lo ocurrido con el naufragio del crucero Costa Concordia haya puesto de manifiesto la cara oscura de una Italia que Monti quiere cambiar.

No se trata ya solo de cuadrar las cuentas públicas con recortes, subidas de impuestos o revisión de las pensiones. Sus propuestas al respe...

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Reforzado por una trayectoria de reformista y liberalizador que se granjeó cuando era el poderoso comisario de Competencia en la UE, el actual primer ministro italiano, Mario Monti, puede lograr algo que ninguno de sus predecesores, de derechas o de izquierdas, habían conseguido: desbloquear Italia. Aunque lo ocurrido con el naufragio del crucero Costa Concordia haya puesto de manifiesto la cara oscura de una Italia que Monti quiere cambiar.

No se trata ya solo de cuadrar las cuentas públicas con recortes, subidas de impuestos o revisión de las pensiones. Sus propuestas al respecto ya las aprobó el Parlamento. Lo que Monti intenta ahora es acabar con los privilegios y corporativismos de tantos sectores en la economía y sociedad italianas, introduciendo en ellos un mayor grado de competencia: horarios de apertura de los comercios, tarifas profesionales abiertas de abogados, arquitectos y notarios, ampliación de las licencias de farmacia, etcétera. Con este intento, al que ha de seguir la reforma de las administraciones públicas, pretende dinamizar la anquilosada economía italiana.

No le será fácil. Las huelgas y movilizaciones para evitar que se toquen intereses creados han ido estallando. La de los camioneros, que protestan por el aumento del precio del gasóleo o la competencia desleal de los conductores del Este, la de los taxistas que no quieren que se multiplique el número de licencias, o la del servicio ferroviario que Monti quiere liberalizar, están haciendo mella sobre la vida cotidiana de los italianos. Estos, sin embargo, parecen apoyar ampliamente el impulso reformista del que se presentó como un Gobierno "tecnócrata", aunque con fecha de caducidad: la primavera de 2013.

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Monti ha recibido el apoyo explícito de Merkel y Sarkozy, que saben que mucho más que en Grecia, el futuro del euro se juega en Italia, la tercera economía de la eurozona. Está por ver que se haya creado un triunvirato de los dirigentes de tres países fundadores de la UE. Pero si se confirma, planteará un reto a España y a Rajoy para entrar en este directorio.

En todo caso, con Monti, a quien se escucha con atención, y con el otro Mario, Draghi, presidente del BCE, Italia ha regresado a Europa. Pero si Monti está donde hoy está es también gracias a que la canciller alemana le ganó el pulso a un inefable Berlusconi que siempre prometía reformas y luego no hacía nada, salvo poner en peligro la viabilidad del euro.

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