Crítica:DORMIR

Pieza de colección

BAGUÉS, refugio culto en el corazón mundano de Barcelona

Cortas el agua y no hay más fugas; ni un hilo. Si acaso, el sonido sordo del metro, que corre por debajo, como el agua. Cierras la ventana de carpintería alemana y un silencio crudo se apodera del aire. El hotel está en la Rambla, centro neurálgico y bullicioso de Barcelona. Y, claro, aquí el ambiente manda.

Cuando el empresario Jordi Clos se planteó transformar en hotel el histórico palacete de El Regulador, proyectado en 1850 por Fontseré Domenech para los joyeros Bagués y Masriera, buscaba eso... El ruido. El motor de la ciudad. La lógica del turismo barcelonés. Porque Clos, al frent...

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Cortas el agua y no hay más fugas; ni un hilo. Si acaso, el sonido sordo del metro, que corre por debajo, como el agua. Cierras la ventana de carpintería alemana y un silencio crudo se apodera del aire. El hotel está en la Rambla, centro neurálgico y bullicioso de Barcelona. Y, claro, aquí el ambiente manda.

Cuando el empresario Jordi Clos se planteó transformar en hotel el histórico palacete de El Regulador, proyectado en 1850 por Fontseré Domenech para los joyeros Bagués y Masriera, buscaba eso... El ruido. El motor de la ciudad. La lógica del turismo barcelonés. Porque Clos, al frente de los hoteles Derby y presidente del gremio en la capital catalana, no suele dar puntada sin hilo. Sus hoteles nacen ya de moda.

BAGUÉS

PUNTUACIÓN: 7,5. Categoría: cinco estrellas. Dirección: La Rambla, 105. Barcelona. Teléfono: 933 43 50 00. Internet: www.derbyhotels.com. Instalaciones: garaje concertado, sala de exposiciones, salón, salón de reuniones para 25 personas, comedor. Habitaciones: 25 dobles y 6 suites.. Servicios:algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, no admite animales. Precios: desde 175 + 8% IVA; desayuno, 21.

Este es un exponente del clasicismo romántico cuya remodelación se debe al equipo propio de la cadena en colaboración con los arquitectos Carlos Bassó, Toni Olaya y las decoradoras Montse Casellas y Dolors Vilaseca. Autores de una serie de detalles efectistas que funcionan bien, como la hélice oval que alberga la caja de la escalera. Algunas habitaciones se distribuyen por sus revueltas con un foco de estarcidos que apunta a cada puerta. Hormigón armado, lechada de grafito sobre molde de silicona, terrazo de Brasil extraído de un manglar fosilizado... ¿Cabe imaginar más? Sí, la colección de joyas modernistas de Masriera expuesta en el primer piso.

A ras de calle, el ambiente lo procura el comedor, abierto al vestíbulo y la recepción. Los hoteles Derby en su salsa. Bueno, en su yogur, que aquí los desayunos son todavía muy someros.

Arriba, los dormitorios expresan el manifiesto cultural que define a esta singular cadena y a su docto propietario, una rareza en el mundo frívolo del turismo. Cierto que la tele se sitúa a un costado de la cama, lo que exige mirarla al bies. Pero el verdadero foco de atención es la pieza de arte que acompaña al huésped durante su estancia por obra y gracia del mentado Clos, coleccionista reconocido y artífice del Museo de Arte Egipcio de Barcelona. Solo así se entiende que el Bagués sea un hotel tan caro y tan frecuentado por el turismo culto.

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Comedor y habitación del hotel Bagués, que ocupa un palacete del siglo XIX en plena Rambla barcelonesa.

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