"Volver cuesta 500 euros"

"La emigración es una sangría, pero en términos individuales salen las cuentas", afirma el demógrafo Antonio Izquierdo. Y ya no es lo que era, defiende este catedrático de la Universidad de A Coruña. "La sociedad ha cambiado y no valen los estereotipos del siglo pasado, las imágenes de los españoles que embarcaban con la maleta en el puerto de A Coruña. Emigrar ya no es algo suicida, ni arriesgado, ni traumático. El billete de vuelta cuesta 500 euros", añade. "Los españoles se van a probar fuera. No tienen problemas de movilidad, tienen cualificación e idiomas", añade. ¿Volverán? Todo depende ...

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"La emigración es una sangría, pero en términos individuales salen las cuentas", afirma el demógrafo Antonio Izquierdo. Y ya no es lo que era, defiende este catedrático de la Universidad de A Coruña. "La sociedad ha cambiado y no valen los estereotipos del siglo pasado, las imágenes de los españoles que embarcaban con la maleta en el puerto de A Coruña. Emigrar ya no es algo suicida, ni arriesgado, ni traumático. El billete de vuelta cuesta 500 euros", añade. "Los españoles se van a probar fuera. No tienen problemas de movilidad, tienen cualificación e idiomas", añade. ¿Volverán? Todo depende de cómo les vaya en el país de destino y de si mejora la situación en su tierra, dicen los expertos.

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Ese último elemento también pesa entre los extranjeros que abandonan España (356.693 en los tres primeros trimestres del año, frente a 317.491 llegadas de foráneos). "En gran medida, parten quienes tienen un espacio social de retorno. Dejan España porque se ha deteriorado su situación para regresar a países cuya situación ha mejorado, sobre todo latinoamericanos", explica Andreu Domingo, de la Autónoma de Barcelona. Otro demógrafo, Juan Antonio Fernández Cordón, compara las entradas y salidas de extranjeros y destaca que las segundas superan a las primeras, por ejemplo, en el caso de los ecuatorianos, bolivianos y brasileños. En cambio, en nacionalidades como la rumana y la paquistaní las llegadas superan a las partidas. Pero el mayor saldo negativo corresponde a los españoles: las salidas superan a las llegadas en 16.424.