Cameron afronta su primera crisis con la salida del ministro de Defensa

Liam Fox abandona el Gobierno por su trato de favor a un amigo personal

El primer ministro británico, David Cameron, afronta su primera crisis de Gobierno desde que llegó a Downing Street hace casi un año y medio tras la dimisión, ayer por la tarde, del ministro de Defensa, Liam Fox. Fox llevaba una semana intentando sobrevivir a los ataques de la prensa, que no ha cejado de revelar detalles comprometedores sobre el trato de favor que le otorgó a un amigo al que permitió actuar como asesor personal de forma irregular.

La coalición de conservadores y liberales-demócratas sufrió ya antes una baja, pero en circunstancias muy distintas. El número dos del...

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El primer ministro británico, David Cameron, afronta su primera crisis de Gobierno desde que llegó a Downing Street hace casi un año y medio tras la dimisión, ayer por la tarde, del ministro de Defensa, Liam Fox. Fox llevaba una semana intentando sobrevivir a los ataques de la prensa, que no ha cejado de revelar detalles comprometedores sobre el trato de favor que le otorgó a un amigo al que permitió actuar como asesor personal de forma irregular.

La coalición de conservadores y liberales-demócratas sufrió ya antes una baja, pero en circunstancias muy distintas. El número dos del Tesoro y uno de los mejores cerebros liberales, David Laws, tuvo que dejar el Gobierno a las pocas semanas de constituirse por cargar indebidamente al Parlamento gastos de su piso. Laws, que es millonario, no lo hizo por el dinero, sino para ocultar su relación sentimental con el hombre con el que compartía el piso.

Fox no tiene peso en el partido y es ajeno al núcleo duro de Cameron
El dimisionario encarna el ala más dura y antieuropea de los 'tories'

En esta ocasión el asunto es puramente político y las consecuencias, puramente políticas. El caído, Fox, no es un hombre de gran peso en el partido y es completamente ajeno al núcleo duro de Cameron, contra quien aspiró al liderazgo tory en 2005. Pero ese era precisamente su valor: pese a su escaso peso, representaba al sector más reaccionario del partido, el más cercano al nacionalismo antieuropeo de los últimos años de Margaret Thatcher. El que más se resiste al viaje al centro del nuevo líder y ahora primer ministro.

Cameron le había dado un ministerio muy presentable y que maneja mucho dinero, Defensa, pero que está completamente fuera del verdadero debate político, ese que se cuece en departamentos como Educación, Sanidad, Interior y, por supuesto, el Tesoro o, en otro contexto, Exteriores. En su carta de dimisión, Fox admite que "equivocadamente ha permitido que quedara borrosa la distinción entre mis intereses personales y las actividades del Gobierno", una línea argumental que ya había utilizado cuando días atrás dio explicaciones en los Comunes.

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Esa borrosa distinción se refiere al trato de favor que ha dispensado a Adam Werrity, amigo personal, padrino de bodas y antiguo compañero de piso, al que ha permitido ejercer de hecho como asesor personal sin estar debidamente autorizado para ello. Nadie ha acusado a Fox de que él o su amigo hayan ganado dinero, pero la posibilidad de que Werrity haya sacado provecho económico de su amistad con el ministro de Defensa iba creciendo a medida que se conocían detalles de cómo determinadas firmas o personas con intereses directos o indirectos en Defensa habían pagado sus costosos vuelos y estancias en los viajes de Liam Fox a Sri Lanka y a países del golfo Pérsico.

El tiro de gracia se lo dio ayer The Times, al revelar quiénes han pagado los 40.000 euros que han costado los vuelos y las habitaciones de Werrity en hoteles de lujo. Son empresas o fondos de inversión en algunos casos cercanos a Israel, en otros con intereses en empresas que han ganado concursos en Defensa. Otra es una empresa que comparte sede con un trust creado por Fox para ayudar al desarrollo de Sri Lanka, pero cuya única actividad ha sido pagar viajes de Fox a Sri Lanka cuando aún no estaba en el Gobierno.

Werrity ha estado en cinco viajes oficiales de Fox al extranjero y ha tenido 40 reuniones con él, 18 de ellas en el extranjero. Y, pese a los desmentidos de Fox, que asegura que su amigo no es su asesor, ha repartido tarjetas de visita presentándose efectivamente como asesor del ministro de Defensa y por tal le tenían algunos de los que han pagado sus gastos. Con la ley en la mano, quizá el doctor Fox no haya incumplido el código deon-tológico de los miembros del Gobierno, pero lo parece.

Cameron ha defendido a su ministro, pero su forma de actuar invita a pensar que lo ha hecho con la habilidad necesaria para conseguir que cayera como fruta madura, sin tener que quemarse empujándole hacia el vacío. Los retrasos en hacerse públicos los resultados de la investigación no han hecho más que prolongar el calvario de Fox y debilitarle día tras día. El informe no se iba a hacer público hasta el lunes, y un fin de semana son varias eternidades para un político cuando se ha convertido en la presa preferida de la prensa británica. A la hora de practicar la caza del zorro, Fleet Street no entiende más ley que la de perseguir a su presa como una jauría y morder lo más cerca posible de la yugular.

Liam Fox (derecha) junto a David Cameron en Afganistán.S. R. (REUTERS)

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