Reportaje:TENIS | El rey de la tierra llega a la hierba

Un muro al resto

El español solo cedió el 19% de las bolas de 'break' a las que se enfrentó en París

Cuando Rafael Nadal deja París, Roger Federer, derrotado en la final del domingo, ya ha emitido su sentencia, ya ha dado su veredicto, ya ha sido la víctima del juicio. "Juega mejor contra los mejores", dice el suizo tras ver cómo el hexacampeón gana su Roland Garros más complicado en lo relativo a los rivales entre los 10 mejores del mundo a los que ha debido enfrentarse en el torneo: el número cinco en los cuartos de final (el sueco Soderling), el cuatro en las semifinales (el británico Murray) y el tres (el propio Federer) en el partido decisivo. Ninguno pudo domar a Nadal. Nadie consiguió ...

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Cuando Rafael Nadal deja París, Roger Federer, derrotado en la final del domingo, ya ha emitido su sentencia, ya ha dado su veredicto, ya ha sido la víctima del juicio. "Juega mejor contra los mejores", dice el suizo tras ver cómo el hexacampeón gana su Roland Garros más complicado en lo relativo a los rivales entre los 10 mejores del mundo a los que ha debido enfrentarse en el torneo: el número cinco en los cuartos de final (el sueco Soderling), el cuatro en las semifinales (el británico Murray) y el tres (el propio Federer) en el partido decisivo. Ninguno pudo domar a Nadal. Nadie consiguió derribarle en los momentos determinantes. A lo largo de sus seis duelos por el trofeo parisiense, el español se enfrentó a 68 bolas de break, una barbaridad. Pero solo cedió 13, el 19%. Increíble.

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Kilo a kilo y tiro a tiro, Nadal es el campeón con más decisión de los que ha visto el público de la capital francesa. Lo dice esa estadística de breaks. Lo cuenta la comparación con el sueco Björn Borg, el hombre récord. Nadal ha conquistado tantos entorchados en Roland Garros como él (seis) con una participación menos (siete por ocho), lo ha logrado tras ceder menos sets (13 por 25) y pese a enfrentarse más veces a jugadores clasificados entre los 10 mejores (11 por ocho).

El límite del éxito de Nadal está en que mantenga su capacidad para transformar lo malo en algo bueno. Tras el tenista se oculta un hombre reflexivo, cultivado por su familia en constantes debates amistosos. Con los mismos años que el español, 25, Borg, un solitario, sintió que su cabeza hervía y abandonó el tenis. Dio por terminado el momento del sufrimiento. Nadal, no. "Las victorias en las que uno debe luchar, en las que debe dar lo mejor de sí mismo en todo momento para revertir la situación, hacen los títulos más especiales", reflexionó. "En 2008 se terminó el torneo y no sentí que hubiera ganado Roland Garros porque lo hice en tres sets, sin una cuarta ronda, unos cuartos, una semifinal o una final difíciles, sin muchos momentos duros", recordó.

Esa capacidad para enfocar las dificultades como un desafío queda reflejada en la visión de Toni Nadal, su tío y entrenador. "El límite de cada jugador, a excepción de Messi", cuenta, "está en sus rivales: en Djokovic, Federer, Murray, Del Potro, Ferrer o Soderling, entre otros. Hay más gente. Son los que realmente nos limitan, los mejores, los que te ponen en verdaderos aprietos y en tu lugar", prosigue; "Rafael no depende solo de sí mismo".

Ese pensamiento azuza el día a día de Nadal. "Me siento muy afortunado por lo que he conseguido, pero quiero seguir trabajando para ser competitivo hasta que la cabeza y el físico den", dijo. Sean bolas de break o posibilidades de mejora en el juego para competir con los adversarios, se alimenta de retos.

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