Cartas al director

Cómo solucionar la crisis

El fenómeno denominado eufemísticamente crisis se sustenta en dos pilares. El primero, el anómalo funcionamiento del sistema financiero, agravado especialmente en España por el modelo productivo, que provoca un desempleo desmesurado. Este pilar, a pesar de la resistencia de los "mercados" (especuladores, explotadores de otros humanos, etcétera), acabará siendo derribado con las necesarias reformas, que no guardarán relación con las adoptadas (abaratamiento del despido, retraso de la jubilación...) evidentemente inútiles para crear empleo. Ningún empresario, si no tiene ventas, va a contratar p...

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El fenómeno denominado eufemísticamente crisis se sustenta en dos pilares. El primero, el anómalo funcionamiento del sistema financiero, agravado especialmente en España por el modelo productivo, que provoca un desempleo desmesurado. Este pilar, a pesar de la resistencia de los "mercados" (especuladores, explotadores de otros humanos, etcétera), acabará siendo derribado con las necesarias reformas, que no guardarán relación con las adoptadas (abaratamiento del despido, retraso de la jubilación...) evidentemente inútiles para crear empleo. Ningún empresario, si no tiene ventas, va a contratar porque se abarate el despido o se bajen las cuotas a la Seguridad Social, ni va a dejar de hacerlo si tiene negocio a la vista.

El segundo pilar, el déficit público causado fundamentalmente por el endeudamiento, se vislumbra eterno. El sector público se ha convertido en un inmenso negocio controlado por mafias constituidas por los partidos políticos y algunos funcionarios, con la connivencia de los sindicatos. La necesidad de puestos de trabajo para afiliados y familiares ha obligado a crear incontables puestos y cargos de libre designación, sin contenido, en la Administración (gerentes, asesores...) y, al no ser suficientes, inventar infinidad de entidades instrumentales inútiles (empresas públicas, fundaciones, agencias, consorcios...) pobladas por un ejército de afines a los políticos que se reparten, a su vez, las dietas de los respectivos consejos de administración y cargos asociados. Esto, junto con el irrefrenable deseo de promover inversiones, algunas inútiles, para cobrar comisiones, conduce al déficit público y a la necesidad de endeudarse, en una espiral catastrófica. Aquí no hay reformas posibles porque quienes tienen que adoptarlas son, precisamente, quienes se están beneficiando.

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