Cartas al director

Los ERE que vienen

No resulta paradójico que en época de crisis los sectores financieros busquen nuevas áreas de negocio, pero sí que en los últimos años enfaticen su necesidad de rescate de los servicios públicos. En el artículo Las Administraciones públicas que vienen, de reciente publicación en su diario, los autores defienden, sin aportar ningún dato a favor, la tan manida rentabilidad de las "externalizaciones de servicios" del sector público. Ciertamente para los accionistas del sector privado nada puede resultar más rentable que la cesión de las infraestructuras creadas con el esfuerzo y la solidar...

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No resulta paradójico que en época de crisis los sectores financieros busquen nuevas áreas de negocio, pero sí que en los últimos años enfaticen su necesidad de rescate de los servicios públicos. En el artículo Las Administraciones públicas que vienen, de reciente publicación en su diario, los autores defienden, sin aportar ningún dato a favor, la tan manida rentabilidad de las "externalizaciones de servicios" del sector público. Ciertamente para los accionistas del sector privado nada puede resultar más rentable que la cesión de las infraestructuras creadas con el esfuerzo y la solidaridad de toda la sociedad para después reclamar el incremento de coste de servicios o la necesidad de la reducción del empleo como mecanismo de mejora.

No es necesario tener demasiada memoria para conocer como lo privado solo mejora lo público para los accionistas y perjudica tanto a los trabajadores como a los usuarios del servicio, baste para ello la lectura en el mismo diario de la situación de los actuales trabajadores de Telefónica y la comparación del servicio y el coste del mismo -a la cabeza de precios y cola de velocidad de Europa en acceso a Internet- con los beneficios que anualmente se incrementan y recogen sus accionistas.

Lo cierto es que casi toda externalización finaliza con reducción de empleo y salario de los trabajadores y aumento del coste de servicio a costa de un empeoramiento del mismo; la diferencia entre ambos será reembolsada en la cuenta de beneficios de la adjudicataria de un, en ocasiones, dudoso proceso de selección, decidido y definido en gran parte por los asesores de nuestros políticos.

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