Reportaje:BANDA SONORA

La ruta de Bob Dylan por Madrid

El músico septuagenario recorrió el Retiro, la calle del Almirante o el café Alcázar

Quizá no lo sea, pero ahora tiene fama de huraño, huidizo y esquivo. Aunque hubo un tiempo en el que Bob Dylan se paseó generoso, relajado y sonriente por Madrid. Fue en junio de 1984. Bob tenía entonces 43 años e iba acompañado de una joven de 18 llamada Ángeles González-Sinde. Sí, la que ahora es ministra de Cultura. Trabajaba para el promotor de conciertos Gay Mercader y su misión fue acompañar a Dylan. "A mí me entusiasmaba. No me separaba de su lado. Le acompañaba a todos los sitios para ayudarle a manejarse", ha reconocido González-Sinde en una entrevista. "No solo se trataba de ser la i...

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Quizá no lo sea, pero ahora tiene fama de huraño, huidizo y esquivo. Aunque hubo un tiempo en el que Bob Dylan se paseó generoso, relajado y sonriente por Madrid. Fue en junio de 1984. Bob tenía entonces 43 años e iba acompañado de una joven de 18 llamada Ángeles González-Sinde. Sí, la que ahora es ministra de Cultura. Trabajaba para el promotor de conciertos Gay Mercader y su misión fue acompañar a Dylan. "A mí me entusiasmaba. No me separaba de su lado. Le acompañaba a todos los sitios para ayudarle a manejarse", ha reconocido González-Sinde en una entrevista. "No solo se trataba de ser la intérprete, sino una persona que le hiciera más fácil su estancia. Era muy amable". La ministra lo llevó al Museo del Prado y de compras por la calle del Almirante.

La ministra de Cultura, que fue su guía en 1984, le llevó a visitar el Prado
"Le regalé parte de mi colección de discos de tango", cuenta Calamaro

Durante esa primera estancia en la capital también se pudo ver a Dylan entrando con una camisa hawaiana en un bar del centro de Madrid, el café Alcázar. Eran las ocho de la tarde y se había citado con el periodista británico Mick Brown para una entrevista. "Pidió un café y compró un paquete de cigarrillos, que se fumó casi entero", recuerda Brown en un reciente artículo en The Telegraph. En la versión digital del periódico (busque: Dylan Mick Brown Madrid) se puede escuchar al completo la entrevista, con el típico bullicio de los cafés madrileños de fondo.

Esa noche, Bob Dylan dio su primer concierto en Madrid. Fue el 26 de junio de 1984. Apareció sobre el escenario del estadio del Rayo Vallecano a la una de la madrugada. Su telonero, entonces Carlos Santana, había alargado su concierto casi dos horas y Dylan salió pidiendo disculpas por el retraso. Valía 2.000 pesetas (24 euros) y entre el público se pudo ver a la cúpula del entonces recién llegado Gobierno socialista: Narcís Serra (ministro de Defensa), Fernando Ledesma (Justicia), Joaquín Almunia (Trabajo) y Javier Solana (Cultura). "Nunca había visto tantos ministros juntos", bromea por teléfono Gay Mercader.

Aquella fue la primera de las seis visitas que Bob Dylan ha realizado a Madrid. Saber los movimientos de Dylan es más difícil que investigar los ligues de Obama. "Afortunadamente siempre ha ido a su bola", explica Mercader, que ha organizado 54 conciertos del de Minnesota en España. Por eso no es difícil imaginarlo paseando por el Retiro o de incógnito con su bicicleta como hizo en junio de 1989, en su segunda visita.

De donde sí hay más datos es de su concierto en 19 de julio de 1995. Dylan entró al camerino de la sala La Riviera abriéndose paso entre el público por su propio pie, ante la sorpresa de todos. "Fue uno de los mejores conciertos de Dylan en Madrid", recuerda Sonia Gómez, una de los muchos dylanitas que han seguido a Bob por el mundo. Lo ha visto en directo algo más de 50 veces y sabe de lo que habla: "Estaba simpático y fue donde se le ha podido ver más de cerca. Casi le podías tocar la mano", explica.

Se la tocó el fotógrafo Quino Castro, que subió al escenario para entregarle a Dylan una foto de Jesucristo. "Antes de los bises Dylan sonreía, jugaba con las chicas y chocaba las manos con las primeras filas", cuenta Quino, de 44 años. "Yo tenía en la cartera una foto del Cristo de Dalí y se la enseñé. Hizo amago de quedársela. Pero de pronto me veo arriba, sobre el escenario. Me dio la mano y me firmó la estampa".

Andrés Calamaro fue su telonero en el concierto del Palacio de Deportes en abril de 1999. Para el argentino fue un concierto "complicado". "Yo estaba hecho a cachos, saturado de tóxicos, me costaba incluso estar de pie. Por aquel entonces estaba transitando una de mis épocas de mayor contacto con sustancias peligrosas", recuerda Calamaro por correo electrónico, que aún así pudo compartir algunos momentos con Dylan en la capital: "En Madrid le llevé, de regalo, parte de mi colección de discos de tango".

En julio de 2004, Dylan actuó en Galapagar. Entre el público estaba el que fue también ministro (Justicia) Juan Fernando López Aguilar ("aprendí a tocar la guitarra con Dylan", dijo) y Bunbury y Nacho Vegas, que no lograron saludarle. A quien sí saludó Bob Dylan fue a Lenny Kravitz. Era julio de 2008. En los camerinos de Rock in Rio, los dos hablaron de hacer un disco juntos en Jamaica que quedó en nada. "Con Dylan lo mejor es dejarle a su bola", explica Gay Mercader. "Puede tener mucho dinero, pero nadie sabe sus cuentas. Es un trovador, un vagabundo... Dijo una vez Keith Richards que Dylan está enganchado a la línea blanca. ¿A la cocaína? No, a la de la carretera. Dudo que ni él sepa dónde vive".

Bob Dylan, durante el concierto que ofreció en Alcalá de Henares en julio de 2004.SANTI BURGOS

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