Crítica:MÚSICA

Luminoso

Fue como una reunión familiar en la que solo faltó una hoguera. Anímic presentaba su excelente Hannah, y a efecto de crear el entorno familiar del que parece surgido el disco -los componentes del grupo viven en una casa en Collbató en la que comparten algunos espacios comunes- el escenario de Bikini se llenó de invitados (Maria Rodés, María Coma, Pau Vallvé, Joan Pons, Jordi Lanuza- . Entorno así agradablemente doméstico para una actuación tenue, de canciones suaves que solo en algunos casos se enervaban eléctricamente al final y que fueron vestidas para la ocasión con sección de cuerd...

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Fue como una reunión familiar en la que solo faltó una hoguera. Anímic presentaba su excelente Hannah, y a efecto de crear el entorno familiar del que parece surgido el disco -los componentes del grupo viven en una casa en Collbató en la que comparten algunos espacios comunes- el escenario de Bikini se llenó de invitados (Maria Rodés, María Coma, Pau Vallvé, Joan Pons, Jordi Lanuza- . Entorno así agradablemente doméstico para una actuación tenue, de canciones suaves que solo en algunos casos se enervaban eléctricamente al final y que fueron vestidas para la ocasión con sección de cuerda y trompeta. Una puesta de largo tenida por tal con toda la ceremonia a ella asociada.

En el panorama del folk doméstico, Anímic destacan por la ductilidad y hermosura de sus composiciones. Las de Ferran Palau, cantadas en catalán, apelan al espíritu de los tiempos sin tiempo, viven al margen de la trepidación, aupadas por una espiritualidad campestre que solo iluminan luces de estrellas o, en noches oscuras, las velas. Las de su compañera Louise Sansom, interpretadas en inglés, tienen algo más de nervio a pesar de su intención pausada y ocasional alma de nana, y quizá no tienen el carácter hipnótico de las de Ferran, un hombre de quietudes. Esta dualidad alimentó un concierto en el que la banda mostró una evidencia: que unos músicos vivan juntos sirve para algo más que para ahorrarse alquileres.

ANÍMIC

Bikini, Barcelona 17 de mayo.

Fue la actuación de un colectivo que ha creado su propio espacio, un tiempo que solo a ellos pertenece y una lógica que desafía las lógicas. Y por ello, además de ser un concierto luminoso y bien ejecutado por una banda que se compenetra, fue una invitación a olvidarlo todo atendiendo al llamado de otras épocas.

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