Crítica:FLAMENCO | SOLO Y AMARGO

Resurrección

El bailarín y coreógrafo Rafael Amargo vuelve a los escenarios de Barcelona con un nuevo espectáculo, titulado Solo y amargo, en el que retoma de forma inteligente el estilo iniciado en Tablo, inolvidable montaje de flamenco que Rafa presentó a principios de 2000 en el teatro Capitol de la ciudad y con el que descubrimos a este carismático bailaor. Artista con una trayectoria salpicada de éxitos y fracasos, ahora ha puesto sus cinco sentidos en mesurar su desbocado caudal creativo y ha dosificado en la misma proporción valentía y conocimiento. El resultado es este ágil, auténtico...

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El bailarín y coreógrafo Rafael Amargo vuelve a los escenarios de Barcelona con un nuevo espectáculo, titulado Solo y amargo, en el que retoma de forma inteligente el estilo iniciado en Tablo, inolvidable montaje de flamenco que Rafa presentó a principios de 2000 en el teatro Capitol de la ciudad y con el que descubrimos a este carismático bailaor. Artista con una trayectoria salpicada de éxitos y fracasos, ahora ha puesto sus cinco sentidos en mesurar su desbocado caudal creativo y ha dosificado en la misma proporción valentía y conocimiento. El resultado es este ágil, auténtico y pasional solo que Amargo interpreta arropado por un magnífico grupo de músicos y cantaores. Al final del espectáculo el público, puesto en pie, ovacionó largamente a todos los artistas, y eso que era un día después del estreno, cuando el público es más exigente.

SOLO Y AMARGO

Coreografía, interpretación y dirección de Rafael Amargo.

Teatro Artèria Paral·lel. Barcelona, 29 de abril.

Listo como el hambre, Amargo ha planteado el espectáculo en dos bloques, aunque se ofrece seguido, con una duración de 70 minutos. En el primero, Amargo baila con sobriedad y autenticidad. Raza y clasicismo se trenzan en la farruca inicial. Vestido de grana, su porte es el de un príncipe gitano; la pureza y la esencia del flamenco se escapa por los poros de su piel. Continuará elegante y austero en la soleá que baila ataviado con un mantón negro. Y enloquecerá al público al salir por el pasillo del patio de butacas bailando la seguidilla. En todas estas intervenciones Amargo frena su trazo salvaje y en ocasiones desbocado, y da paso a una elegancia vital. Su baile es más sereno y versátil. No hay duda de que el bailarín de flamenco Adrián Galia, que figura en el programa como colaborador, le ha aconsejado en la interpretación de estos palos, especialmente en el movimiento de manos. En todo momento su zapateado fue vibrante y enérgico.

En el segundo bloque la apuesta de Amargo es más contemporánea y atrevida. Se atreve a cantar, en solitario primero y luego acompañado de sus cantaores, la famosa canción Ne me quitte pas, de Jacques Brel, atrevimiento del que sale airoso. Uno de los fragmentos más aplaudidos es aquel en el que con el torso desnudo, mostrando unos trabajados abdominales, el artista baila sentado en un silla frente a una mesa la bella canción de Luz Casal Lo eres todo para mí. Este fragmento, en el más puro estilo del coreógrafo contemporáneo Ramon Oller -otro de los artistas colaboradores de este montaje-, es de una gran intensidad, al igual que la secuencia en que el bailaor recita el poema Angustias, que su abuelo escribió a la muerte de su abuela.

El bailarín, muy guapo en esta ocasión y consciente de ello, coqueteó con el público de forma elegante. Este Amargo supo endulzar a los espectadores.

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