Cartas al director

Economía y política sin ética

Las recientes noticias del plan de reestructuración de Telefónica con un recorte de un 20% de su plantilla en tres años, al mismo tiempo que se proponen incentivos millonarios para los altos ejecutivos de la empresa, cae una vez más en la alarmante paradoja de "muchos menos, y pocos más". Pero lo que subyace detrás de esta situación no es más que una lógica irracional e inmoral del mercado y sociedad actuales, donde se asume que el estímulo desenfrenado de tiburones gestores puede producir mejores resultados económicos para la empresa de lo que lo haría una política de mayor responsabilidad em...

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Las recientes noticias del plan de reestructuración de Telefónica con un recorte de un 20% de su plantilla en tres años, al mismo tiempo que se proponen incentivos millonarios para los altos ejecutivos de la empresa, cae una vez más en la alarmante paradoja de "muchos menos, y pocos más". Pero lo que subyace detrás de esta situación no es más que una lógica irracional e inmoral del mercado y sociedad actuales, donde se asume que el estímulo desenfrenado de tiburones gestores puede producir mejores resultados económicos para la empresa de lo que lo haría una política de mayor responsabilidad empresarial social, y basada más en el beneficio social que en el particular.

No es menos interesante analizar las reacciones que han generado las propuestas de Gallardón en Madrid, relativas a la retirada de la calle de indigentes y transeúntes, quieran que no, a fin de "ayudarles". Resulta lacerante que, mientras el sistema político y económico de este país a través de los perversos mecanismos de los créditos hipotecarios ha dejado en la calle y sin techo a decenas de miles de familias, la respuesta de un gran parte del sistema político sea la de confinar por la fuerza a los servicios sociales a los sin techo. Y además hacerlo en un momento en que los recortes presupuestarios en servicios sociales galopan a pasos agigantados.

No parece lógico aplicar "el deber moral" de la asistencia a los necesitados, desde su barrido de la vista pública, mientras el sistema que los puso en la calle sigue intacto y, no solo eso, en muchos casos reforzado. Necesitamos un ética diaria, cotidiana, que ilumine y desenmascare la política, la economía y lo social en nuestras comunidades.

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