El recorte catalán de la sanidad pública
El consejero de Salud de la Generalitat hizo, a mi juicio, lo que tenía que hacer, ajustar el gasto sanitario, aunque pudo haberlo hecho mejor: con un previo debate político, ético y sanitario sobre cuánto, dónde y cómo recortar con equidad y eficiencia. Pero aun así aplaudo una decisión que por primera vez trata de encajar de modo efectivo y transparente el sistema sanitario en el mundo real. Por primera vez se dice con hechos que la actual "todos para todos en toda ocasión y a precio cero" solo es la expresión de una sanidad demagógica.
Los movimientos sindicales y profesionales de co...
El consejero de Salud de la Generalitat hizo, a mi juicio, lo que tenía que hacer, ajustar el gasto sanitario, aunque pudo haberlo hecho mejor: con un previo debate político, ético y sanitario sobre cuánto, dónde y cómo recortar con equidad y eficiencia. Pero aun así aplaudo una decisión que por primera vez trata de encajar de modo efectivo y transparente el sistema sanitario en el mundo real. Por primera vez se dice con hechos que la actual "todos para todos en toda ocasión y a precio cero" solo es la expresión de una sanidad demagógica.
Los movimientos sindicales y profesionales de contestación al consejero exigiendo que "la sanidad no se toca" son explicables, pero carecen de sentido frente a un sistema económicamente inviable tal como está: debe 15.000 o más millones de euros y cada año genera crecientes déficits. Querer al sistema, preocuparse de verdad por el futuro y la mejora de la sanidad pública, comienza por reducir el gasto. Es bien sabido. Por eso es deplorable que, por rebuscar votos, el PP y el PSOE, gestores del sistema en las restantes autonomías, en lugar de considerar también la mejor forma de controlarlo, alienten con su presencia unas protestas de corto recorrido.