Editorial:

Más rigor bancario

Las llamadas pruebas de esfuerzo (stress test) que se realizaron sobre los sistemas bancarios europeos el pasado julio no transmitieron la suficiente confianza a la comunidad financiera e inversora por diversas razones. En primer lugar, porque no todos los países sometieron al mismo número de entidades ni a los mismos criterios de evaluación. Después, porque los escenarios e hipótesis extremas variaron según los sistemas bancarios nacionales. Por último, porque la realidad demostró en algunos casos que la información no era fidedigna. El hundimiento de los bancos irlandeses fue el expon...

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Las llamadas pruebas de esfuerzo (stress test) que se realizaron sobre los sistemas bancarios europeos el pasado julio no transmitieron la suficiente confianza a la comunidad financiera e inversora por diversas razones. En primer lugar, porque no todos los países sometieron al mismo número de entidades ni a los mismos criterios de evaluación. Después, porque los escenarios e hipótesis extremas variaron según los sistemas bancarios nacionales. Por último, porque la realidad demostró en algunos casos que la información no era fidedigna. El hundimiento de los bancos irlandeses fue el exponente más desolador de ineficacia de esas pruebas. Como en otros países de la OCDE, fueron los contribuyentes los que tuvieron que salvar un sistema bancario hundido, mal regulado y mal supervisado. La tensión que sigue golpeando a los mercados de deuda pública de la eurozona demuestra que los tests no generaron la credibilidad suficiente.

Más información

Es razonable que la UE plantee ahora una nueva edición de estas pruebas buscando mayor fiabilidad. Es la primera ocasión en que están a cargo de la Autoridad Bancaria Europea, nacida el pasado 1 de enero. Las hipótesis son, en principio, más rigurosas. Ahora bien, mientras España vuelve a someter a la práctica totalidad del sistema, Alemania, por ejemplo, solo examina a una parte de sus entidades bancarias. En el conjunto de Europa no serán más del 65% de las entidades bancarias las examinadas.

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Hacen bien las autoridades españolas en someter a todos los bancos y las cajas a ese escrutinio. Harían mejor si ello fuera precedido de mayor rigor en las reestructuraciones de cajas, algunas de ellas carentes de una racionalidad mínima. Que salgamos bien en los resultados que se conocerán en junio no significa que el funcionamiento del sistema bancario español contribuya a que la economía abandone el lugar más rezagado en la recuperación de las economías avanzadas.

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