Columna

Dos pipiolos mal avenidos

A punto estuve el otro día de enternecerme ante la portada del suplemento dominical en el que ellos dos se miraban derritiéndose en el Retiro. ¿Será una campaña contra el cambio climático?, pensé de primeras. Ese título podía llamar a engaño: "El deshielo", decía. Pero con las chorradas y las pedorreces cargadas de elementos dañinos contra el ozono mental que tuvimos que escuchar de la delfina Ana Botella me pareció imposible.

Allí estaban Espe y Alberto, pelaos de frío, con abrigo y bufanda, hablando del supuesto deshielo. Contaban que en su día entraron juntos en la política mu...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A punto estuve el otro día de enternecerme ante la portada del suplemento dominical en el que ellos dos se miraban derritiéndose en el Retiro. ¿Será una campaña contra el cambio climático?, pensé de primeras. Ese título podía llamar a engaño: "El deshielo", decía. Pero con las chorradas y las pedorreces cargadas de elementos dañinos contra el ozono mental que tuvimos que escuchar de la delfina Ana Botella me pareció imposible.

Allí estaban Espe y Alberto, pelaos de frío, con abrigo y bufanda, hablando del supuesto deshielo. Contaban que en su día entraron juntos en la política municipal cuando eran dos "pipiolos", textual, y luego emprendían un sutil combate de esgrima en el que todo quedaba patéticamente claro.

Son polos opuestos, así que en vez de deshielo, entre ellos dos seguirán saltando chispas

La política, antes de Wikileaks, era un paripé ñoño en el que candidatos, dirigentes y aspirantes a algo tomaban al personal votante por lerdo con la ilusión de que se lo tragarían casi todo. Pero incluso esto es demasiado. El alcalde y la presidenta, que no han dejado de darse navajazos en público y privado a lo largo de quinquenios, se mostraban como dos enamorados en actitud hipócrita y teatral ante nuestros alucinados ojos. Entiendo que disfruten del momento calladitos, mientras el espectáculo lo dan entre los socialistas Tomás Gómez y Jaime Lissa-vetzky sacándose los ojos. ¿Será un gen madrileño? La mala hostia entre políticos del mismo signo, me refiero.

Esa bilis, en el caso pepero, ha dado paso a una tregua. Pero no hay quien se lo coma. Y en eso, quizás avergonzado por la circunstancia o aterrado con la posibilidad de perder a su electorado de centro, Gallardón soltaba una perla al final: "Nos llevamos bien, salvo cuando hablamos de política". Toma.

Me imagino que de muchas otras cosas no hablarán. El fútbol parece que le gusta más a ella que a él. Ella me da que tira más por el Atleti y él, por el Real Madrid. Otro conflicto. ¿De qué hablarán entonces? Y me puse a imaginar apasionantes conversaciones. Por ejemplo. ¿De música? No creo que el melómano Alberto, capaz de confesar sin sonrojarse que dejó en la puerta de la ópera a su chica Mar Utrera el mismo día en que se declaró y le dijo sí para entrar acto seguido a ver a Plácido cantar Otelo, se rebaje a comentar nada con ella. Más cuando es sabido en los circulillos que cuando Aznar tuvo la extraña ocurrencia de nombrar a Aguirre ministra de Educación y Cultura dejó boquiabiertos a los que despachaban con la chica de oro neocon.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Antes de cortar la cabeza al equipo del Teatro Real preguntaba cosas como: "¿Y por qué debe haber orquesta?". O: "¿Por qué toda la ópera tiene que ser extranjera?". Me da que las respuestas llenas de obviedades para una ignorante que en su día le proporcionaron los entonces encargados de la casa Elena Salgado o Stéphane Lissner no la convencieron y por eso se los cepilló.

A uno, por francés, y a la otra con aquella mítica frase: "Elena, siento hacer esto porque nuestros hijos van al mismo colegio, pero el secretario de Estado [entonces el avieso Miguel Ángel Cortés] ha dicho que no puedes estar aquí ni un minuto más".

¿Hablarán de literatura? Tampoco creo. Imaginen: "Alberto, ¿has leído el último libro de Sara Mago?". "Sí, querida, me ha encantado la novela de José". Y si les diera por meterse a cinéfilos: "Espe: ayer, para que se chinche la Sinde, me bajé Airbag de Internet y me ha encantado". "Ay, no, Alberto, yo es que, pese a que son un hatajo de rojos que se van a enterar cuando volvamos a La Moncloa, solo veo cine español".

Y así... Pues no me lo puedo llegar a imaginar, miren ustedes. No me da la bola. Solo les concibo a ambos charloteando de política. Pero en eso, por lo que se ha visto en sus mamporros constantes, no hay acuerdo posible. Por planteamientos ideológicos y ambiciones personales. Son polos opuestos, así que en vez de deshielo, entre ellos dos seguirán saltando chispas y organizando incendios. Es inútil el esfuerzo, queridos. Valga un consejo. No vuelvan, por lo que más quieran, a hacer más el ridículo.

Sobre la firma

Archivado En