Crítica:LIBROS | Narrativa

Pasado compuesto

Narrativa. Banier (París, 1947) sedujo a Gallimard y a Grasset en unos agitados años parisienses en los que obtuvo asimismo el respaldo y la complicidad de Beckett y del poeta Aragon, su mentor militante y más entusiasta, el hombre que lo puso en el candelero intelectual de un mercado en el que pronto se abrió paso como escritor, como fotógrafo del Vanity Fair, como confesor de princesas y como enfant terrible. Pasado compuesto es un texto nacido de las radicales enseñanzas del nouveau roman, escrito en 1971 con una precocidad creativa sólo comparable a la del Nobel...

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Narrativa. Banier (París, 1947) sedujo a Gallimard y a Grasset en unos agitados años parisienses en los que obtuvo asimismo el respaldo y la complicidad de Beckett y del poeta Aragon, su mentor militante y más entusiasta, el hombre que lo puso en el candelero intelectual de un mercado en el que pronto se abrió paso como escritor, como fotógrafo del Vanity Fair, como confesor de princesas y como enfant terrible. Pasado compuesto es un texto nacido de las radicales enseñanzas del nouveau roman, escrito en 1971 con una precocidad creativa sólo comparable a la del Nobel Le Clézio escribiendo El atestado con apenas veinticinco años, una novela a medio camino entre la asepsia de Robbe-Grillet, con su distanciamiento y su laconismo sustantivo, y cierta tradición de novelita burguesa con las tintas cargadas de esnobismo del bueno y resabiadas descripciones sociales. Es un relato acerca de la relación incestuosa entre la compleja Cécile y el desamparado y soñador Olivier, una versión nouvelle vague de Ada o el ardor llena de talento, de silencios entre frases y de suicidios nada ejemplares. Frases breves y desnudas, etéreas, que paradójicamente transportan ideas o situaciones emocionalmente densas como minerales: remordimientos, indecisiones, pasiones desatadas junto a simbólicas palabras escritas en una libreta Moleskine al lado del cuerpo de Olivier, y la presencia de Blaise Cendrars contaminando de realidad el relato. Y, entre el lector y el relato, un narrador sumamente entrometido, cómplice. Un narrador-voyeur profesional, en la mejor tradición del nouveau roman, juez y parte a un mismo tiempo. En el posfacio de Aragon que completa el volumen, el poeta compara a Banier con otro niño prodigio, Raymond Radiguet, que escribió con veinte años El diablo en el cuerpo, pero entre los dos aboga por el primero, por el que siente una inusual admiración, al fin y al cabo Banier, que también hizo sus pinitos en el cine de la mano de Eric Rohmer, es una suerte de Warhol a la francesa. Y Pasado compuesto fue su contundente ópera prima.

Pasado compuesto

François-Marie Banier

Traducción de Luis Blat

Libros del Silencio. Barcelona, 2010

149 páginas. 14 euros

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