Debates por ley

Ahora que se aproxima un nuevo periodo electoral es momento de recordar a nuestros atribulados gestores públicos de aquí y de allá que desde hace 32 años nos deben una reforma de la Ley Electoral que obligue a la celebración de debates públicos entre las fuerzas políticas que ostentan la representación popular. Y he dicho bien: obligue. Obligue a que, independientemente del ámbito electoral que se trate -local, autonómico o nacional-, todos los partidos representados discutan y confronten sus programas entre ellos y ante los ciudadanos en dos debates durante el periodo de campaña electoral. Y ...

Ahora que se aproxima un nuevo periodo electoral es momento de recordar a nuestros atribulados gestores públicos de aquí y de allá que desde hace 32 años nos deben una reforma de la Ley Electoral que obligue a la celebración de debates públicos entre las fuerzas políticas que ostentan la representación popular. Y he dicho bien: obligue. Obligue a que, independientemente del ámbito electoral que se trate -local, autonómico o nacional-, todos los partidos representados discutan y confronten sus programas entre ellos y ante los ciudadanos en dos debates durante el periodo de campaña electoral. Y siempre con los cabezas de lista. En el primer debate se confrontarían los temas políticamente estructurales (economía, seguridad, inmigración, prestación social y cultura) y en el segundo debate, aquellos temas que, por mor de la coyuntura, se convierten en temas candentes para cada formación. Los ciudadanos, que somos quienes pagamos el sueldo a los políticos, debemos pedir de manera vehemente que termine de una vez el triste espectáculo de cada cuatrienio: que si un cara a cara, que si solo un debate pero con reglas momificadoras, que si estas elecciones no me interesa, que si envío al número tres. Basta ya de tanto cartel ensuciando nuestras calles y de tan pocas ideas y propuestas llegando a nuestra vista y oídos. Basta ya de tanto miedo a los platós de televisión o a los estudios de radio en directo.