Columna

Rajoy no es la solución

Mariano Rajoy ha comenzado en Galicia el nuevo curso político del Partido Popular. Primero con un acto público en Soutomaior y posteriormente reuniendo a la Ejecutiva Nacional de su partido en Santiago, con inexplicable ofrenda al Apóstol incluida. Naturalmente, aprovechando la ocasión se ha prodigado en declaraciones políticas que, como es habitual en el personaje, resultan ser tan ambiguas como innecesariamente solemnes. En alguno de sus pronunciamientos tuvo el atrevimiento de establecer una relación causa-efecto entre su hipotética presidencia del Gobierno y el futuro de Galicia. Para aval...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Mariano Rajoy ha comenzado en Galicia el nuevo curso político del Partido Popular. Primero con un acto público en Soutomaior y posteriormente reuniendo a la Ejecutiva Nacional de su partido en Santiago, con inexplicable ofrenda al Apóstol incluida. Naturalmente, aprovechando la ocasión se ha prodigado en declaraciones políticas que, como es habitual en el personaje, resultan ser tan ambiguas como innecesariamente solemnes. En alguno de sus pronunciamientos tuvo el atrevimiento de establecer una relación causa-efecto entre su hipotética presidencia del Gobierno y el futuro de Galicia. Para avalar tal afirmación recordó su época de gobernante, cuando formó parte de los diversos ejecutivos presididos por José María Aznar. Y con ello ha cometido un grave error.

Durante los gobiernos en los que estuvo el líder del PP, Galicia se alejó de la convergencia con España

Es cierto que Rajoy ha ocupado diversos e importantes ministerios, incluida la Vicepresidencia del Gobierno, en los que, por cierto, nunca ha sido capaz de diseñar estrategias de futuro, siendo la huella dejada por el actual líder del PP difícilmente detectable. Su principal característica política durante aquella etapa ha consistido en saber ejercer de obediente segundo, primero de Fraga y después de Aznar. Así pues, ni Rajoy es virgen ni es ajeno a las políticas que los gobiernos del PP practicaron con Galicia, y, por tanto, Rajoy no puede desligar sus promesas sobre el futuro de Galicia de los resultados de su pasada gestión. Y en esto reside precisamente una de las grandes debilidades de su campaña política en Galicia. En efecto, un balance que, dejando aparcados prejuicios ideológicos, resulte de un análisis de la evolución de Galicia, situando a ésta en el entorno económico y social al que pertenece, no avalará el triunfalismo ramplón que exhibió el dirigente del PP en su periplo por Galicia.

Según los datos del INE (Contabilidad Regional de España), el PIB gallego era en 1995 el 5,61% del español. En 2002 sólo representaba el 5,31%. Es decir, en siete años, con gobiernos del Partido Popular, de los que siempre formó parte Mariano Rajoy, se produjo un indiscutible deterioro de la posición relativa de la economía gallega. Del mismo modo, en 1995, siempre según las mismas fuentes oficiales, el empleo existente en Galicia era el 7,3% del empleo español, mientras en 2002 apenas alcanzaba el 6,4% del total nacional. Por lo que respecta a los servicios sociales, ocupamos los últimos lugares de España, que a su vez está a distancias siderales de los países más avanzados de Europa, siendo ésta, junto a las altas de desempleo y precariedad, una de las causas que inciden decisivamente en la catástrofe demográfica de Galicia, cuya población representaba el 6,91% de la española en el 95 y sólo el 6,55% en 2002.

Los datos son elocuentes y las conclusiones inevitables: con gobiernos del PP en Madrid y en Santiago, Galicia creció menos que la media española y, desde luego, muy por debajo de las comunidades autónomas desarrolladas. Dicho en otras palabras, durante los ocho años de vigencia de los gobiernos en los que participó Mariano Rajoy, Galicia se ha alejado de la convergencia con España.

Por el contrario, si recurrimos a una comparación simplista como la que suele establecer Rajoy entre PP y PSOE para la economía española, obtendremos como resultado que en los años 2006, 2007, 2008, con gobiernos socialistas en Santiago y Madrid, la economía gallega creció durante tres ejercicios consecutivos por encima de la española, algo que no había ocurrido nunca en la reciente historia económica del país. Es cierto que en 2009, con Feijóo en la presidencia de la Xunta, nuestra economía decreció menos que la española, pero este hecho es todavía imputable al impulso y al presupuesto elaborado por Touriño en su último año de mandato. En estas circunstancias, si éstas son las credenciales de Rajoy para defender en Galicia su candidatura a la presidencia del Gobierno, no debe extrañarle que, con la excepción quizá del Apóstol, no sea percibido precisamente como la solución a nuestros problemas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En