Crítica:TEATRO | Días de diversión

Anatomía de un instante

Dicen que la felicidad es una acumulación de pequeños instantes que permiten alcanzar ese estado emocional que redime una vida. El público que acude al Euskalduna seguro que experimenta algunos de esos instantes de plenitud, a pesar de que el espectáculo flaquea en varios frentes. La función convence y divierte a un público que, dada su confesa devoción por Michael Jackson, está ganado de antemano.

La falta de guión empobrece el montaje. Para subsanarlo, se introducen dos presentadores que interrumpen el ritmo. Además, se ven obligados a declamar unos pobres diálogos en los proponen una...

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Dicen que la felicidad es una acumulación de pequeños instantes que permiten alcanzar ese estado emocional que redime una vida. El público que acude al Euskalduna seguro que experimenta algunos de esos instantes de plenitud, a pesar de que el espectáculo flaquea en varios frentes. La función convence y divierte a un público que, dada su confesa devoción por Michael Jackson, está ganado de antemano.

La falta de guión empobrece el montaje. Para subsanarlo, se introducen dos presentadores que interrumpen el ritmo. Además, se ven obligados a declamar unos pobres diálogos en los proponen una pseudofilantropía cósmica de estar por casa.

Las coreografías son simples y recuerdan a os ensayos del popular programa de sobremesa Fama. La escenografía tampoco resulta acertada: si los andamios que flanquean el escenario pretendían evocar una estética industrial, no lo consiguen en absoluto.

Forever King of Pop (Michael Jackson)

Dirección artística: Jesús Sanz-Sebastián.

Dirección musical: Miguel Blanco.

Coreografía: Yolanda Torosio.

Directora del Coro Gospel: Pahola Gutiérrez.

Producción: Carlos López.

Intérpretes: Fran Jackson, Mampuele, David García.

Palacio Euskalduna.

Hasta el próximo 4 de septiembre.

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Fran Jackson, el doble oficial de Michael Jackson disputa otra liga. Su parecido es asombroso y emula fantásticamente los bailes del Rey del Pop. Su primera irrupción emergiendo desde las entrañas del escenario resulta emocionante. Cuando baila, el espíritu del difunto cantante planea sobre el escenario. Solo se le puede recriminar que no aparezca en más ocasiones. Su despedida del montaje, elevándose sobre el escenario, con reminiscencias cristológicas incluidas, es espectacular.

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Mampuele, el actor que interpreta las canciones de Jackson, se enfrentaba a un gran reto vocal. Las comparaciones resultan inevitables, y las cotas a alcanzar, inexpugnables. Aún así, hace un buen trabajo y logra convencer al auditorio.

La gran sorpresa de la obra es la tercera encarnación del Jackson: David García, un niño de apenas siete años que cautiva al público de inmediato con sus grandes dotes para el baile y sus inusitadas tablas.

Mientras se marcaba un moonwalk, el escenario principal del Euskalduna se le hace pequeño. Al tiempo, se hace tributario de una de las mayores ovaciónes de la noche.

El reto es complicado y las comparaciones, inevitables. Michael vuele, te echamos de menos.

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