El primer temporal

Los restos de un gran edificio industrial del siglo I prueban que la mayor parte de Dianium fue arrasada por el mar

Nuevos hallazgos arqueológicos permiten aseverar que la primitiva Dénia romana acabó arrasada por el mar a finales del siglo I de nuestra era.

Construida con celeridad en la época de los primeros emperadores (Augusto y Tiberio) para dar servicio al vertiginoso crecimiento de un puerto que pronto unió Hispania con el resto del Imperio, Dianium se asentó en un inseguro terreno formado por playas no consolidadas, ciénagas y marismas que acabaron engullidas por el mar, provocando gran parte de la destrucción de los edificios de la ciudad apenas unas décadas después de su fundación.

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Nuevos hallazgos arqueológicos permiten aseverar que la primitiva Dénia romana acabó arrasada por el mar a finales del siglo I de nuestra era.

Construida con celeridad en la época de los primeros emperadores (Augusto y Tiberio) para dar servicio al vertiginoso crecimiento de un puerto que pronto unió Hispania con el resto del Imperio, Dianium se asentó en un inseguro terreno formado por playas no consolidadas, ciénagas y marismas que acabaron engullidas por el mar, provocando gran parte de la destrucción de los edificios de la ciudad apenas unas décadas después de su fundación.

Aquellos dramáticos sucesos, de los que ya se tenían algunas evidencias históricas, han sido ahora confirmados tras una nueva excavación arqueológica que ha sacado a la luz los vestigios de un antiguo horreum o edificio destinado a actividades industriales y almacén de mercancías portuarias cuyos cimientos de sillería se asentaban sobre arena. Edificado entre los reinados de Claudio y Nerón, los restos del inmueble demuestran que poco tiempo después fue destruido por una "transgresión del mar" producto de lo que muy bien podría calificarse como el primer temporal de la historia de Dénia.

El primer puerto romano en Dénia se asentó sobre playas no consolidadas

Según el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert, lo que queda de la fachada del edificio, con una anchura de 12,20 metros, demuestra que el horreum se dotó precisamente de elementos para protegerse de la furia de las olas: uno de los ángulos del edificio estaba inclinado en un ligero talud y paralelo a la fachada se erigió también un antemuro. Tan precavidas medidas fueron, sin embargo, asumidas en vano.

La "transgresión marina" obligó a finales del siglo I a refundar parte de Dianium y variar su área de expansión urbana, con lo que los actuales hallazgos, localizados en una zona muy próxima a lo que debió ser el foro, que está aún sin excavar, permiten al fin comprender la evolución que siguió este enclave romano a lo largo del tiempo. Las actividades industriales se trasladaron a tierra más firme, en las proximidades de la colina donde después se asentó el castillo árabe, y los restos del horreum se utilizaron como espacio funerario. De hecho, en estas excavaciones también se han localizado tres sepulturas con los cuerpos inhumados en posición de decúbito supino. Los técnicos consideran que las sepulturas ya datan del siglo II.

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Asímismo, han aparecido fragmentos de cerámicas, monedas (entre ellas un as de la época del emperador Domiciano) y elementos de orfebrería.

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