Reportaje:Hon Guan Yu Gao, empresario | SINGULARES

Más allá del 'todo a 100'

El primer oriental en la Cámara de Comercio exporta productos españoles

Existe un proverbio chino que dice que "la corriente del agua va para abajo". Así de sencillo. Así de evidente. Así describe su filosofía de vida Hon Guan Yu Gao, el primer empresario de origen chino que, forjado en el espíritu oriental del trabajo y bregado en el cosmos empresarial madrileño, se ha hecho un hueco en la Cámara de Comercio de la región. Un caso inédito para la centenaria institución y el resto de cámaras de comercio de España; un éxito en la carrera de este emprendedor oriental de nacionalidad española; y una prueba más del despertar del gigante asiático también en Europa.
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Existe un proverbio chino que dice que "la corriente del agua va para abajo". Así de sencillo. Así de evidente. Así describe su filosofía de vida Hon Guan Yu Gao, el primer empresario de origen chino que, forjado en el espíritu oriental del trabajo y bregado en el cosmos empresarial madrileño, se ha hecho un hueco en la Cámara de Comercio de la región. Un caso inédito para la centenaria institución y el resto de cámaras de comercio de España; un éxito en la carrera de este emprendedor oriental de nacionalidad española; y una prueba más del despertar del gigante asiático también en Europa.

Hong Guan, o Juan, como ha decidido apodarse para facilitar la conversación a sus interlocutores, se sienta en la mesa de jefe de la tienda de muebles orientales que regenta en Las Rozas, uno de sus varios negocios que compagina con su cargo de vicepresidente en la Asociación de Chinos en España (ACHE).

"Cuando llegué con 16 años no eramos más de mil chinos en esta ciudad"
"Ahora somos más de 40.000. Nuestros hijos hablan ya como los españoles"
Atrás quedó su sueldo de 180 euros trabajando para su tío
"En China hay gente pobre. Pero existen unos 150 millones de ricos"
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Mientras se somete a la entrevista, un empleado español se encarga de despachar a la clientela. "Los tiempos han cambiado. Cuando yo llegué con 16 años a Madrid a trabajar con mi tío en su restaurante éramos unos 1.000 chinos aquí. Todos nos dedicábamos a la hostelería o a los bazares y, por ser una minoría y desconocer el idioma, nos veíamos obligados a tratar solo entre nosotros", cuenta ahora que tiene 40 años. "Ya somos más de 40.000 chinos, cerca de 30.000 dados de alta como autónomos aquí. Nuestros hijos ya son españoles que hablan como españoles y se relacionan con españoles. Todo ha cambiado. Muchos chinos vienen ahora para expandir sus empresas tecnológicas o de servicios, y no para buscarse la vida", asegura Juan, dejando entrever el orgullo que le supone haber sido testigo de esta transformación.

La vida de este chino ha fluido como el agua de su proverbio. Y como el agua, ha ido ganando caudal. Atrás quedó Qingtian (Zhejihng), su pueblo en China, donde sus padres trabajaban el campo interminables jornadas a cambio de "lo justo para vivir". Atrás quedó su sueldo de 30.000 pesetas (180 euros) en el restaurante y la habitación compartida con su tío. Atrás quedó la dificultad para comunicarse y los agotadores días de trabajo en su primer negocio propio -un restaurante- que regentó durante 11 años.

El espíritu de superación de Hon Guan siempre le había pedido más. Y a por más fue. No quería ser "un chino del todo a 100, quería algo diferente", reconoce inconformista. Entonces se dio cuenta de que ciertos muebles que en China salían baratos en España se convertían en productos caros y de diseño. Ahí estaba el negocio. "Había que progresar. Me volví loco buscando licencias y permisos. Había papeles que ni entendía. Pero yo quería lograrlo", relata. Su constancia y su iniciativa le cambiaron la vida: coche, chalé, familia acomodada... ¿Suficiente para este tiburón de los negocios? No.

Juan se embarcó en un nuevo negocio. Descubrió que productos tan españoles como el aceite o el vino también eran preciados en China. Y mucho mejor pagados. "Allí hay gente pobre. Pero existen unos 150 millones de ricos que quieren lo mejor", explica. Para Juan, embarcarse en esta aventura exportadora le ha supuesto un colchón contra la crisis y la credencial para acceder a su nuevo cargo en la Cámara de Comercio. Por eso anima al resto de empresarios a seguir su ejemplo. "Ahora solo hay chinos que llevan productos allí. ¿Cuándo van a empezar los españoles? Es un filón genial a explotar", dice. En la Cámara, donde apenas lleva unos días, aún se siente un poco extraño, pero está seguro de que es cuestión de tiempo. Se sabe útil. Espera que le dejen serlo: "Yo puedo ayudar a los empresarios españoles allí. Puedo hablar con el Gobierno chino, conseguir reducciones de impuestos, terrenos baratos, buscar socios chinos...". De hecho, la próxima semana viajará junto a 50 miembros de la Federación de Empresarios de Madrid hasta China para que degusten el país.

A los empresarios chinos de aquí también puede ayudarles. Ya consiguió que la Comunidad elaborase un catálogo de normas en chino sobre sus derechos y obligaciones. Ahora quiere que se integren más, y aprovecha para denunciar que muchos españoles no contratan a los orientales. "Yo comprendo que no puedas tener a una persona a la que le pidas un martillo y te dé una paleta. Pero los chinos son muy buenos trabajadores", asegura.

Juan, como empresario capitalista, cree que la competencia es el motor de las cosas. Hon Guan, como ex ciudadano chino, también piensa que el régimen comunista de allí vela por las personas que no tienen nada, algo que cree se ha descuidado en nuestra sociedad. Tal es el tesón del empresario que en 2008 incluso fue cabeza de lista del Partido Mutuo Apoyo Romántico para las generales. Sabía que iba a ser un fracaso. Pero está seguro de que los tiempos en este país cambiarán. ¿Algún día veremos un Obama chino en España? "Falta mucho tiempo, pero habrá".

Hon Guan Yu Gao, Juan, en su tienda de muebles en Las Rozas.ÁLVARO GARCÍA

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