Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | CUARTOS DE FINAL: PARAGUAY-ESPAÑA

La danza del guerrero

En Paraguay no hay nadie que no se identifique con Nelson Valdez

Al ver que Cabañas escondía la pelota y se giraba sobre sí mismo atrayendo la línea de presión hacia el medio campo, Nelson Haedo Valdez inició un desmarque sigiloso sobre la izquierda y traspasó el ángulo de visión del último marcador argentino. Cuando Zanetti vio que Cabañas filtraba el pase ya era tarde. Se giró y solo alcanzó a ver la espalda de Valdez enfilando al arco. El delantero se escapó por potencia, clavó los tacos en la tierra, recibió el balón dentro del área, controló con la zurda y definiendo con un tiro cruzado. Fue el gol que clasificó a Paraguay para el Mundial y cuando Haed...

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Al ver que Cabañas escondía la pelota y se giraba sobre sí mismo atrayendo la línea de presión hacia el medio campo, Nelson Haedo Valdez inició un desmarque sigiloso sobre la izquierda y traspasó el ángulo de visión del último marcador argentino. Cuando Zanetti vio que Cabañas filtraba el pase ya era tarde. Se giró y solo alcanzó a ver la espalda de Valdez enfilando al arco. El delantero se escapó por potencia, clavó los tacos en la tierra, recibió el balón dentro del área, controló con la zurda y definiendo con un tiro cruzado. Fue el gol que clasificó a Paraguay para el Mundial y cuando Haedo invitó a sus compañeros a que formaran un círculo para danzar como guerreros todo el estadio Defensores del Chaco bailó con ellos.

Manda a su pueblo natal, San Joaquín, 10.000 euros mensuales
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La danza ritual guaraní fue el punto de partida de un camino que conducía a Sudáfrica. Esta noche España se interpondrá a Paraguay en el Ellis Park y antes de acudir al campo los jugadores de La Roja verán el vídeo que describe la defensa y el ataque de su adversario. Pero hay cosas que no verán. Como dijo el Tata Martino, el seleccionador del equipo sudamericano: "Futbolísticamente ellos nos superan. En un campeonato de 30 partidos perderíamos. Pero en 90 minutos puede ganar el que tenga más corazón. Y yo no sé si ellos tienen más corazón que nosotros".

No fue circunstancial que desencadenante de la fiesta de la clasificación fuera Valdez. En todo Paraguay no hay un jugador con el que se identifique más la gente. Nacido en 1983 en el seno de una familia de jornaleros de San Joaquín, una pequeña localidad rural del sureste del país, entre el río Tapirakuái y una sierra umbría, las probabilidades de que aquel chico de ojos rasgados acabara haciéndose millonario eran escasas. No tenía ni recursos ni condiciones innatas para dominar la pelota. "Nunca he sido un buen futbolista", reconoce, "pero ni siquiera mis padres pudieron quitarme de la cabeza que yo quería ser futbolista".

A los 16 años se fue a probar al Club Atlético Tembetary, en la ciudad de Ypané, otro humilde rincón en el algodonal paraguayo. Alternó los entrenamientos con un trabajo en un aserradero. Por las noches, como no tenía dónde quedarse, deambuló más de la cuenta por la ciudad, bebió licor de caña y durmió debajo de las gradas del estadio. Expuesto al calor sofocante del trópico y a las lluvias torrenciales. "Fue un infierno", recuerda. "Creo que estuve cerca del alcoholismo". Tardó dos años en salir de debajo de la tribuna. La culpa la tuvo Jürgen Born, por entonces representante del Deutsche Bank en América Latina. Este aficionado al fútbol detectó algo que le llamó la atención. "Vi un loco que no paraba de correr. O lo enlazabas o no lo detenías con nada", le contó a Klaus Allofs, técnico del Werder Bremen. Cuando le hicieron la oferta no se lo pensó. Acababa de cumplir 18 años y se trasladó a Alemania. El uso indistinto de ambas piernas para sacar fuertes disparos, el dominio del juego aéreo, la astucia para comprender el juego y una entrega febril, le han convertido en una figura de la Bundesliga. Aprendió a hablar alemán a la perfección, fichó por el Borussia, y hace unos años se casó con Trinka, una chica de Stuttgart. "Ella es buena hasta para preparar la sopa paraguaya", dice. Tiene dos hijos: Nelson Manuel y Noemí.

Nelson Haedo manda a su pueblo natal, San Joaquín, 10.000 euros mensuales. Allí hay 200 personas que dependen de él. Son sus familiares. Su clan. Los visita todos los años. Es guaraní de pura cepa y está orgulloso de pertenecer a ese pueblo humilde, castigado y luchador, que, pase lo que pase, esta noche rendirá homenaje a sus jugadores en el Panteón de los Héroes, en Asunción.

Valdez intenta controlar el balón en la sesión preparatoria de ayer.AFP

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