Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | ESPAÑA

La riqueza de las dos Españas

El equipo mantiene su distinguido ideario, pero con Del Bosque guarda más variantes - Al propio técnico le gustó más el estilo ante Suiza que ante Honduras - En la Euro 2008 no solo hubo toque

La selección de Vicente del Bosque lidera las estadísticas de posesión y remates, pero las corrientes más dogmáticas creen vislumbrar dos Españas, la puritana (tic-tac) y la sacrílega (pim-pam). No hay concilio posible, España siempre ha convivido mal en la diversidad, no se aceptan los matices y tampoco se digieren los motivos para buscar algún atajo cuando se ha sufrido un inesperado accidente. El equipo español se encontró con un bache con el que no contaba ante Suiza y donde no le alcanzó el estilo, primero por un exceso de retórica y después por un mal guiño de los dados, se...

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La selección de Vicente del Bosque lidera las estadísticas de posesión y remates, pero las corrientes más dogmáticas creen vislumbrar dos Españas, la puritana (tic-tac) y la sacrílega (pim-pam). No hay concilio posible, España siempre ha convivido mal en la diversidad, no se aceptan los matices y tampoco se digieren los motivos para buscar algún atajo cuando se ha sufrido un inesperado accidente. El equipo español se encontró con un bache con el que no contaba ante Suiza y donde no le alcanzó el estilo, primero por un exceso de retórica y después por un mal guiño de los dados, se propuso recuperar la fe a través de una victoria sin demora y contundente. La ansiedad y la falta de plenitud de jugadores fundamentales como Fernando Torres dejaron a España con el mazo en el aire, al borde de una goleada. No es que hubiera renuncias, sino que los jugadores necesitaban reforzar su estima para recuperar el credo. Es humano, y más en un torneo sin mucho margen para la redención.

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La prueba más evidente de que en el latir de España no está dar un volantazo a ese fútbol de seda del que tiene la patente y la admiración universal, la ofreció el propio Del Bosque, más satisfecho con el estilo en la derrota ante Suiza que con la vulnerabilidad final mostrada en el triunfo ante Honduras. El seleccionador no tiene por qué ser rehén de ningún pasado, pero sabio y prudente como es, aceptó desde que llegó al cargo que la vía de Viena era la adecuada. Pocas cosas hay más efímeras que el fútbol y que Del Bosque mantuviera la hoja de ruta no significa que deba ser un inmovilista. Jamás ha descartado a los principales apóstoles del tic-tac: Xavi, Iniesta, Silva... Lo que ha hecho el seleccionador es alimentar otras vías, un plan b a partir de extremos como Navas, Mata y Pedro, un dique como Busquets que libere a Xabi Alonso o de un ariete de altura como Llorente que puede descorchar a las defensas cuando el vuelo raso no es suficiente.

Del Bosque fue consecuente con la alineación titular ante Honduras. No había otra salida que la victoria y quienes más cerca llevaron a España de la remontada ante Suiza fueron Torres y Navas, los que con su vertiginosidad despertaron al equipo del letargo inicial, en el que solo Piqué, un central, fue capaz de hacer tiritar a los helvéticos. En el segundo partido, a Del Bosque se le cayó Iniesta, que apoyado en su rango y, precisamente en un intento de perpetuar el ideario, forzó para llegar al estreno. Indiscutible Torres, que necesita minutos, el otro trueque fue Navas por Silva, tan desacertado el canario en el primer partido como el sevillano en el segundo. Con el triunfo a la vista y ante la debilidad de Honduras, el equipo se desató y se le vieron las costuras. Su afán era algo más que un ejercicio de reivindicación general e individual, se quería sellar una goleada que aliviara su duelo con Chile, puesto que los sudamericanos solo ganaron 1-0 a los hondureños. A Del Bosque le disgustó que el equipo se desnudara, justamente porque su partitura es otra, ni más ni menos que la de Viena, pero con más teclas. En la exitosa Eurocopa de 2008, el punto de partida español fue el mismo, y también hubo caminos secundarios.

En el estreno ante Rusia, los goles llegaron a la contra; ante Suecia, un pelotazo de Capdevila en el último suspiro derivó en un golazo de Villa; ante Italia hubo más trincheras que tiqui-taca; y la final la jugó un solo delantero, Torres. En términos generales, España ganó de largo con la mejor cara, fue la más guapa y la más eficaz. Pero hubo momentos y momentos. Del Bosque, que ya era seleccionador en capilla, siempre se sumó a la causa, y ahora da explicaciones a todo el parlamento; Luis Aragonés, más proclive como técnico a las chácharas en privado, es ahora tertuliano y contragolpea con el dardo de la palabra. ¿No había una sola España?

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