Entrevista:EL JEFE DE TODO ESTO | Francisco Javier Ramírez Caro, responsable del IRIS

"El trabajo llega después del realojo"

Ramírez asegura que en 2012 desaparecerán los poblados chabolistas en Madrid

El pelo engominado y la camisa abierta dos botones. Un poco con el pecho al aire. Al más puro estilo calé. Algo se le tenía que quedar en la facha al hombre encargado de erradicar el chabolismo histórico de Madrid, un fenómeno copado, prácticamente en su totalidad, por familias de etnia gitana. Francisco Javier Ramírez Caro, Javi para los suyos, es el director gerente del Instituto de Realojamiento e Integración Social, el familiarmente denominado IRIS, y tiene una ilusión que ha convertido en proyecto: "Que las personas que viven en chamizos tengan las mismas oportunidades que el resto...

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El pelo engominado y la camisa abierta dos botones. Un poco con el pecho al aire. Al más puro estilo calé. Algo se le tenía que quedar en la facha al hombre encargado de erradicar el chabolismo histórico de Madrid, un fenómeno copado, prácticamente en su totalidad, por familias de etnia gitana. Francisco Javier Ramírez Caro, Javi para los suyos, es el director gerente del Instituto de Realojamiento e Integración Social, el familiarmente denominado IRIS, y tiene una ilusión que ha convertido en proyecto: "Que las personas que viven en chamizos tengan las mismas oportunidades que el resto, con sus derechos, pero también con sus obligaciones".

Ramírez lleva tres años y medio al frente del IRIS, casi un tercio de la década larga que lleva en funcionamiento la institución, creada a finales de 1998 por el Gobierno regional. "Somos el único organismo en toda Europa dedicado a esto al 100%", se enorgullece el jefe.

El IRIS tiene casas adjudicadas a 1.886 familias, unas 8.000 personas en total
"Siempre quedará infravivienda residual", reconoce el responsable

La función del organismo que dirige este madrileño de 39 años, licenciado en administración y dirección de empresas, es la de atender y realojar a las personas que viven en los núcleos chabolistas. "Pero no solo es el realojo", defiende. "Nuestro trabajo empieza mucho antes. Hay que censar a las familias, atenderlas, ver si cumplen las condiciones necesarias para beneficiarse del plan, comprar las casas que les cederemos por un mínimo alquiler..., y después de eso empieza el trabajo importante: un acompañamiento de cinco a siete años para apoyar, ayudar e instruir a los realojados", explica el director.

Su trabajo, y el de los 140 empleados que tiene a su cargo -entre trabajadores sociales, arquitectos, aparejadores y otros-, depende siempre de los acuerdos a los que llega la Comunidad con los consistorios de los municipios. "Para que nosotros podamos dar casas, es necesario que el Ayuntamiento donde está el núcleo chabolista lo considere como tal, y que entre las dos administraciones se entiendan para saber qué hace falta para desmantelar el poblado", indica Ramírez. "Después, nosotros nos ponemos manos a la obra".

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A él le ha tocado estar al frente del proyecto más caro y del que se beneficiarán más familias en toda la historia del IRIS. Se trata del convenio de colaboración que existe entre el Gobierno regional y el Ayuntamiento madrileño para acabar con las chabolas de El Cañaveral, Las Mimbreras, Santa Catalina y El Ventorro. "El primero ya no existe", desglosa, "para este año terminaremos los realojos ya iniciados en Las Mimbreras y Santa Catalina. Y después, solo quedará El Ventorro", asegura. "Para 2012 ya no existirá ninguno de los núcleos chabolistas históricos que había en la ciudad". Para este proyecto, Ayuntamiento y Comunidad han invertido 110 millones de euros, con los que se reubicarán a 500 familias por diferentes barrios "para fomentar su integración en la sociedad". En total, el IRIS tiene viviendas adjudicadas a 1.886 familias, lo que supone unas 8.000 personas fuera de sus antiguos chamizos. "Y solo hemos tenido problemas con un 4% de ellos, a los que hemos tenido que sacar de su nuevo domicilio", apostilla Ramírez. "Deben saber que tienen que integrarse, aprender a vivir en edificios y cumplir con sus obligaciones. Si no aprovechan la oportunidad, están fuera", advierte.

Poblados como La Rosilla o La Celsa (Vallecas), Plata y Castañar (Villaverde), Vereda del Pan y Agua (Móstoles), El Cañaveral (Vicálvaro), o el gigantesco Salobral de Villaverde, donde residían 236 familias, ya son historia dentro del mapa de la capital gracias al IRIS. Sin embargo, el sueño de que las infraviviendas desaparezcan definitivamente del skyline de la capital suena a utopía. Núcleos como El Gallinero, donde habitan 89 familas rumanas de etnia gitana, o pequeños grupos de chabolas como los que se encuentran en el kilómetro 56 de la M-40 o en los aledaños de la M-607, no están contemplados dentro de ningún plan para realojar a sus moradores. "Allí también prestamos atención social, pero si no son considerados núcleos por los ayuntamientos o si no son lo suficientemente antiguos, no podemos realojar", se justifica el gerente. "Siempre quedará chabolismo residual", concluye.

Ramírez se reconoce político y no técnico. Antes de estar al frente del Instituto había pasado por la Junta Municipal de Retiro, su distrito, y por la de Vallecas, donde se inició en el trato con las familias gitanas. A pesar de todo, este hombre es consciente de que su etapa como director del IRIS le ha llevado a desempeñar un trabajo "mucho más social que político". "Para mí, la mayor satisfacción es ver que un niño de poblado evoluciona. Hemos logrado escolarizar a todos los chavales y hemos conseguido en 10 años lo que no se había conseguido en 50 con la etnia gitana", resalta entusiasmado. Lo mejor del director lo dice el responsable de la parte técnica de su institución, Pedro Navarrete: "Claro que sale del despacho y se pasa por los poblados donde trabajamos", afirma el coordinador cuando Ramírez no está presente. "En mi opinión, hasta demasiado".

Francisco Javier Ramírez, en su despacho, muestra las imágenes de los poblados en los que interviene su institución.LUIS SEVILLANO

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