La ayuda y la acción enganchan

Los voluntarios de la DYA hablan sobre las emergencias

Es sábado por la noche y los voluntarios del turno de fin de semana de la DYA cambian la ropa de calle por el traje reflectante amarillo y descansan en los sofas de la delegación ubicada en el barrio de Amara en San Sebastián. Esperan pacientes a que llegue el primer aviso de emergencias.

Leire y Rocko, de 19 años, y Javi de 22 están de guardia. Durante unas horas la sala se llena de voluntarios entre un turno que acaba y otro que empieza. Los fines de semana la ambulancia de la DYA refuerza las emergencias del 112 desde las 22 horas del viernes hasta el domingo. Es cuando más voluntari...

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Es sábado por la noche y los voluntarios del turno de fin de semana de la DYA cambian la ropa de calle por el traje reflectante amarillo y descansan en los sofas de la delegación ubicada en el barrio de Amara en San Sebastián. Esperan pacientes a que llegue el primer aviso de emergencias.

Leire y Rocko, de 19 años, y Javi de 22 están de guardia. Durante unas horas la sala se llena de voluntarios entre un turno que acaba y otro que empieza. Los fines de semana la ambulancia de la DYA refuerza las emergencias del 112 desde las 22 horas del viernes hasta el domingo. Es cuando más voluntarios trabajan. La DYA en Euskadi cuenta con 900; 160 en San Sebastián y 471 en Guipúzcoa.

Esta noche, Javi es el conductor, Rocko el técnico veterano y Leire, la aspirante. Entre semana, los voluntarios se dedican a su profesión aunque muchos de ellos son estudiantes. Pero lo que realmente les une es que están enganchados a la acción, a la asistencia y no cobran por ello. Lo hacen de forma altruista porque dicen que la satisfacción de ayudar no tiene precio. Rocko, que lleva tres años, es de los pocos que tienen un sueldo porque trabaja entre semana en una de las dos ambulancias asalariadas. Con la crisis las donaciones merman. El 74,14% de la financiación de la DYA es a través de socios colaboradores; el 19,66% actividades propias y el 6,19% financiación pública a través de servicios para Ayuntamientos, Gobierno vasco y Diputación.

La DYA reconoce orgullosa su récord en asistencia; tres minutos de media
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Durante la noche, las anécdotas y las historias personales inundan la sala contigua a una zona de literas donde el voluntario descansa y, a veces hasta duerme porque es difícil prever cómo se va a dar la jornada. "Lo de las ambulancias engancha, es un vicio", reconoce Paco que acaba su turno de tarde y lleva 23 años en la DYA compaginándolo con su trabajo, ahora en una funeraria.

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Son unánimes cuando reconocen que ostentan el récord en asistencia; tres minutos de media para una incidencia. "Los tiempos de respuesta siempre han sido nuestra meta, pero no por llegar los primeros sino porque a veces la vida depende de minutos", explica Izaskun, que se enroló en el voluntariado hace cuatro años tras ser testigo de un accidente de tráfico en Teruel y hoy es vicepresidenta de la DYA.

La formación es otro de los pilares de la asociación, imprescindible para ser conductores y técnicos en emergencias. "Lo primero que hacemos es formar a la gente porque jugamos con vidas humanas", cuenta Jon Subijana, responsable de servicios. Muchas de las ambulancias privadas se nutren de los profesionales que han pasado durante años por la DYA.

A las 00:01 llega la primera emergencia. Es una mujer que se ha mareado en una discoteca. El operativo se pone en marcha. Llegan otros cuatro avisos de emergencias más hasta las 6:30 de la mañana. Intoxicaciones etílicas, cortes y golpes suelen ser lo más frecuente una noche de sábado. Álvaro coge el tetra (la radio) y dice: "Alfa 10 en base ". Ya está de vuelta en el punto de encuentro. Es el delegado donostiarra y lleva 15 años vistiendo de amarillo. Durante la semana es técnico informático y ha diseñado un programa puntero para coordinar rastreos. Él y los demás lo tienen claro: "Somos voluntarios profesionales no asalariados".

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