Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

La atribulada vida de Tiburcio

El Colegio de Médicos sorprende con un espléndido anfiteatro y la novelesca biografía de su arquitecto

En el Metropolitan de Nueva York hay un cuadro atípico de Goya. "El único en el que el retratado aparece en mangas de camisa, como de andar por casa", dice el arquitecto y profesor Pedro Moleón, que prepara una biografía del también arquitecto Tiburcio Pérez Cuervo, el hombre que posa informalmente, con las gafas en la mano, en el cuadro de 1820. Tiburcio trabajó para Goya en la Quinta del Sordo y era amigo de su protegida, Leocadia Zorrilla, tanto, que cuando esta huyó a Francia, fue el arquitecto quien cuidó de su hija.

Frente a su obra más emblemática, el Real Colegio de Cirugía de S...

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En el Metropolitan de Nueva York hay un cuadro atípico de Goya. "El único en el que el retratado aparece en mangas de camisa, como de andar por casa", dice el arquitecto y profesor Pedro Moleón, que prepara una biografía del también arquitecto Tiburcio Pérez Cuervo, el hombre que posa informalmente, con las gafas en la mano, en el cuadro de 1820. Tiburcio trabajó para Goya en la Quinta del Sordo y era amigo de su protegida, Leocadia Zorrilla, tanto, que cuando esta huyó a Francia, fue el arquitecto quien cuidó de su hija.

Frente a su obra más emblemática, el Real Colegio de Cirugía de San Carlos (hoy Colegio de Médicos), Moleón explica que se trata de "un edificio magnífico, el proyecto más ambicioso del reinado de Fernando VII junto al Teatro Real". "Esconde un teatro anatómico, de los mejores de Europa", apunta Moleón, "pero la vida de su arquitecto no es menos interesante".

Este "tipo tremendo, novelesco, liberal apasionado y defensor de causas perdidas" fue depurado y cesado de empleo por constitucionalista. Desapareció durante casi dos años del mapa, fue íntimo de Goya, concejal, arquitecto en palacio, conspirador, masón y murió en circunstancias de forma inesperada a los 54 años. "Para mí que fue un duelo...", anticipa su biógrafo.

La participación de Tiburcio en el Colegio de Médicos también fue complicada. Contratado como director de obra del proyecto de su maestro, Isidro Velázquez, terminó rehaciendo sus planos. "Ya que estás, cámbianos lo que no nos gusta, le debieron de decir los médicos", explica Moleón. El edificio fue totalmente reformado en los años noventa, pero conserva casi intactas algunas salas (que se pueden visitar con cita previa). En el Aula Ramón y Cajal dio clase el Nobel (un fotón lo atestigua) y allí se conservan sus instrumentos, su máscara mortuoria y su última correspondencia: "Me encuentro muy grave con una colitis que dura dos meses". También resulta interesante el "anfiteatro chico", una sala de conferencias que aprovecha el antiguo aljibe, la curva biblioteca y el hermoso patio-jardín decorado con medallones de Hipócrates o Galeno. Pero, sin duda, la joya del inmueble es el Anfiteatro Anatómico, que en tiempos tuvo en el centro una mesa de disección de alabastro para dar clase a cirujanos de grandes patillas y bastón (así aparecen al menos en las orlas del XIX que decoran los pasillos). Hoy la empresa que lo gestiona, Esbratina, lo alquila por unos 3.000 euros para conciertos y eventos. Aquí han tocado Alicia Keys y Mark Knopfler y por su excelente acústica lo eligió una fundación que conserva Stradivarius para probar sus violines.

"Imagínatelo desnudo", dice Moleón en el imponente espacio, retacado de retratos de cirujanos (hoy todos tienen calle: Fourquet, Argumosa, Castelló). Hay pilastras, dorados, molduras, falsas ventanas, yeso pintado como si fuese mármol, un lienzo alegórico que cubre todo el techo y angelotes que sujetan calaveras, fetos, un tórax o una pierna. "Pero imagínatelo sin las malditas molduras", insiste el arquitecto, "las paredes blancas, la cascada de gradas de granito, las curvas de los bancos de nogal... Sería un espacio muy moderno". Sin embargo, es difícil abstraerse de la decoración neorrenacentista de Francisco Jareño y Ramón Padró. "Entonces el decoro -o correcto ornato de la obra- era concebido como la parte artística de la arquitectura". Para demostrar que el arte va más allá de las "malditas molduras" Moleón muestra entusiasmado el espacio bajocubierta del edificio (entre el techo y el tejado). Un bosque de vigas y pilares de madera en el que cerchas y jabalcones llevan 180 años cumpliendo su función. "Es una lección de construcción", dice Moleón sobre una pasarela de madera, "y demuestra que la capacidad de emocionar de la arquitectura no está sólo en el adorno".

Tiburcio acabó fatal con los médicos. Les puso un pleito porque no le querían pagar y la obra la terminaron en fases sucesivas Juan Pedro Ayegui y Francisco Javier de Mariátegui. Con ambos arquitectos tuvo cuitas Tiburcio. A Mariátegui nunca le perdonó que renegase de la masonería y lo criticó públicamente como arquitecto. Con Ayegui la cosa pudo llegar más lejos. "Tuvieron un fuerte enfrentamiento que Tiburcio consideró 'grave de honor y de consecuencias' y por el que Ayegui exigió 'el honor de su sangre y la reputación de su carrera", explica Moleón. "No está documentado que hubiese un duelo", continúa, "pero pocos días después Tiburcio moría por causas desconocidas". El final perfecto para una vida de novela.

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En el anfiteatro anatómico del Colegio de Médicos, proyectado por Tiburcio Pérez Cuervo en el siglo XIX, han tocado Alicia Keys y Mark Knopfler.CARLOS ROSILLO

Colegio de Médicos

- Autores. Tiburcio Pérez Cuervo, J. P. Ayegui, F. J.

de Mariátegui y otros.

- Construcción. 1832-1848.

- Estilo. Neoclásico.

- Ubicación. Santa Isabel, 51 (Antón Martín).

- Función original. Colegio de cirugía y hospital.

- Función actual. Sede del Colegio de Médicos y del Instituto Nacional de Administración Pública.

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