Columna

'Treme'

El canal TNT estrenó ayer el primer episodio de Treme, la nueva serie que David Simon, padre de The wire, ha creado junto a Eric Overmyer, responsable de Ley y orden. En EE UU ya ha pasado la cuarta entrega y se ha confirmado una nueva temporada para el año que viene tras los primeros 10 episodios de una hora. El inicial, de hora y media, está dirigido por la cineasta Agniezska Holland con cadencia lenta y valores atmosféricos. Presenta los que serán personajes principales: una cocinera atractiva, una abogada de derechos civiles casada con un activista político irascible, ...

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El canal TNT estrenó ayer el primer episodio de Treme, la nueva serie que David Simon, padre de The wire, ha creado junto a Eric Overmyer, responsable de Ley y orden. En EE UU ya ha pasado la cuarta entrega y se ha confirmado una nueva temporada para el año que viene tras los primeros 10 episodios de una hora. El inicial, de hora y media, está dirigido por la cineasta Agniezska Holland con cadencia lenta y valores atmosféricos. Presenta los que serán personajes principales: una cocinera atractiva, una abogada de derechos civiles casada con un activista político irascible, un dj plasta pero enamorado de la música hasta el fetichismo, un trombonista negro en la ruina con una ex mujer que busca a su hermano preso desaparecido, el jefe indio del Carnaval de Mardi Gras y su hijo trompetista de éxito. Todos los personajes van perfilándose con destreza, a través de pinceladas impresionistas más que irrupciones ruidosas, sin desmesura ni prisas. Sin apenas darte cuenta te ves aferrado a su peripecia, interesado en ella, encantado de ser invitado a ese desfile musical.

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No todo es perfecto, sobre todo cuando el listón de expectativa está situado tan alto tras las series precedentes de Simon, antiguo periodista del Baltimore Sun. Hay un cameo de Elvis Costello desaprovechado y algunas líneas que delatan imposición de criterios por encima de la naturalidad de los personajes, pero aprecias esta ficción delicada. El huracán Katrina arrasó Nueva Orleans y los protagonistas de la historia tratan de recomponer su mundo entre los escombros del barrizal y el abandono de las instituciones. Saben que no hay nadie a quien recurrir. El Gobierno federal, culpable máximo de la rotura de presas, está más preocupado en la ocultación que en la reconstrucción.

La serie rescata la importancia simbólica de Nueva Orleans en el imaginario americano. Música, comida, forma de vivir, como banderas patrióticas. Cualquiera que haya conocido ese lugar no habrá podido esquivar las ráfagas de felicidad que proporciona el ambiente, el gusto por la improvisación, el carácter que atesoran sus locales. Los creadores de la serie, rendidos a este encanto, lo retratan en su ingenuidad y su grandeza, prestando su sensibilidad a la tarea de reconstrucción.

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