Crítica:MÚSICA POP

Sant Jordi y las lagartijas

Un poco raro fue, la verdad. Eran grupos cuyo ecosistema natural, más aún en su ciudad, son las salas no muy grandes, donde se conocen todos. Pero estaban en el Sant Jordi Club, un hangar grande y extraño -¿alguien sabe a qué se juega aquí?, preguntó Manolo, de Astrud-, donde todo eran subcontratas, o casi. Allí los dispusieron atendiendo a una denominación de origen barcelonés, un criterio tan musical como la marca del móvil, y allí tocaron uno tras otro en un nuevo festival que mostró la popularidad de Love Of Lesbian, Mishima, Delafé Y Las Flores Azules y Sidonie. Lo demás se abre al debate...

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Un poco raro fue, la verdad. Eran grupos cuyo ecosistema natural, más aún en su ciudad, son las salas no muy grandes, donde se conocen todos. Pero estaban en el Sant Jordi Club, un hangar grande y extraño -¿alguien sabe a qué se juega aquí?, preguntó Manolo, de Astrud-, donde todo eran subcontratas, o casi. Allí los dispusieron atendiendo a una denominación de origen barcelonés, un criterio tan musical como la marca del móvil, y allí tocaron uno tras otro en un nuevo festival que mostró la popularidad de Love Of Lesbian, Mishima, Delafé Y Las Flores Azules y Sidonie. Lo demás se abre al debate.

Desde que Photoshop arruinase la credulidad tanto dan las cifras oficiales. No las hubo, pero se imaginan triunfales, ya que a última hora de la noche, con Love Of Lesbian en escena, la sala estaba a media capacidad. Y aquí viene lo de la botella, por lo que cada cual haga su lectura, iluminada por las visibles colas que había en la taquilla de invitaciones.

FESTIVAL ESCENABCN

Sant Jordi Club.

Barcelona, 23 de abril, 2010.

Resultó incontestable que la noche tardó en arrancar y que frente a los excelentes Standstill reinaban los huecos ante el escenario principal. El secundario, aquí otra cosa extraña, estaba dentro del Sant Jordi, atravesado en lo que suele ser su backstage. Raro, es cierto, pero gracias a ello en este mundo de simbolismos rabaneros los titulares pueden decir que el indie tomó el Sant Jordi. Un rinconcito, algo así como si el santo se hubiese cargado a una lagartija, pero Sant Jordi al fin y al cabo.

Y en ese mundo de Escher fueron desfilando las bandas, cuyas actuaciones se querían solapar para no dar respiro a un público que en aquel lugar poco tenía que hacer salvo, en una muestra de educación impagable, buscar papeleras para depositar los vasos vacíos. Puede parecer oportunista afirmarlo, pero la actuación de Astrud, buena, hizo recordar que el Auditori era un lugar mucho más adecuado para su idea de concierto.

The Unfinished Symphathy y Mishima no se vieron tan perjudicados, ya que al tocar en el espacio pequeño, lo abarrotaron creando el calor que la banda de Carabén reeditará en Apolo en junio, el mismo mes en el que Standstill presentará en esa sala su último disco. Los bullangueros Sidonie sí aprovecharon las medidas para dar rienda suelta a su juerga, mientras que Els Amics de les Arts, que habían tocado en Manresa horas antes, cerraron el escenario pequeño con un concierto innecesario por horario, atención y ubicación. Pero lo dicho, ya tenemos otro símbolo y, de propina, el peligro de que hasta los grupos locales abandonen las salas por los festivales. Ahora sólo queda esperar que Sthepin Merritt, Jarvis Cocker y Joe White se afinquen en Barcelona para verlos en un rincón del Sant Jordi en el próximo EscenaBCN.

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