El acoso al juez Garzón

Terapia en el encierro de apoyo al juez

EL PAÍS asiste a una sesión de grupo con familiares de las víctimas

Se dejaron llorar. Se hicieron preguntas y a ratos elevaron la voz para mostrar su indignación con el proceso contra Garzón. El aula universitaria donde tiene lugar el encierro simbólico en apoyo del juez acogió ayer una sesión de terapia de grupo para familiares de víctimas del franquismo.

"A mi abuelo lo asesinaron. Tenía cinco hijos. Lo que sé de él lo sé por lo que me contaba con mucho miedo mi madre, que tenía 13 años cuando lo mataron", arrancó Carmen Páez. "Era guardia de asalto. Le llevaron dos veces para darle el paseo. Una se tiró del camión; a la segunda, le tirotearon y se h...

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Se dejaron llorar. Se hicieron preguntas y a ratos elevaron la voz para mostrar su indignación con el proceso contra Garzón. El aula universitaria donde tiene lugar el encierro simbólico en apoyo del juez acogió ayer una sesión de terapia de grupo para familiares de víctimas del franquismo.

"A mi abuelo lo asesinaron. Tenía cinco hijos. Lo que sé de él lo sé por lo que me contaba con mucho miedo mi madre, que tenía 13 años cuando lo mataron", arrancó Carmen Páez. "Era guardia de asalto. Le llevaron dos veces para darle el paseo. Una se tiró del camión; a la segunda, le tirotearon y se hizo el muerto. A mi abuela le hicieron la vida imposible. Todas las noches, a las dos de la mañana, la sacaban a la calle, sin ropa, para humillarla. El día que terminó la guerra, mi abuelo se entregó. Le pegaron un tiro en la nuca y hasta hoy".

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El resto de los familiares aplaude. "Carmen, me has hecho llorar...", continúa Fausto Canales. "Yo tenía dos años cuando se llevaron a mi padre. Sus restos están en el Valle de los Caídos. Llamaron a la puerta y se lo llevaron con siete más. Hace 11 años empecé a buscar y encontré a un testigo de la exhumación que hicieron en 1959 para trasladarlos a ese sitio horrendo. Se habían dejado un cráneo, restos de dientes... Luego puse la denuncia en la Audiencia Nacional..."

Antonio Virtud, de 80 años, pide la palabra: "Mi casa tenía tres habitaciones, un comedor y una cocina", arranca su relato. "Mi padre murió en la guerra y a mi madre le quitaron la pensión de viuda. Nos metieron en un tren de mercancías, abarrotado de viejos, niños y mujeres, hacia Madrid... Vivimos en unas chabolas a las afueras seis años...".

Pura Francisco saca de su bolso un marco con la foto de su abuelo: "Le mataron con cinco hombres y una mujer en la carretera de Astorga. Mi abuela tenía siete hijos: el mayor, mi padre, de 17 años, y el más pequeño de 11 meses", dice antes de romper a llorar. Los asistentes la animan a seguir. "Mi padre decidió unirse al bando republicano y terminó en un campo de concentración. Pero sobrevivió. Pidió justicia toda su vida".

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