Crítica:

Neutralización de la aventura

En los años ochenta, el cine francés vivió un importante relevo generacional que la etiqueta cinéma du look intentó identificar como una suerte de mutación para multisalas de la nouvelle vague. Bajo ese paraguas se reunían nombres tan distintos como los de Jean-Jacques Beineix, Leos Carax y Luc Besson, cuyas primeras películas combinaban premeditado formalismo y una marcada promiscuidad entre referentes pop y guiños culteranos. Besson fue, de hecho, el miembro más fiel a las esencias de un movimiento que afirmaba no contemplar a la gran industria como enemiga, pero aspiraba a...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En los años ochenta, el cine francés vivió un importante relevo generacional que la etiqueta cinéma du look intentó identificar como una suerte de mutación para multisalas de la nouvelle vague. Bajo ese paraguas se reunían nombres tan distintos como los de Jean-Jacques Beineix, Leos Carax y Luc Besson, cuyas primeras películas combinaban premeditado formalismo y una marcada promiscuidad entre referentes pop y guiños culteranos. Besson fue, de hecho, el miembro más fiel a las esencias de un movimiento que afirmaba no contemplar a la gran industria como enemiga, pero aspiraba a introducir en ella el virus de la ambición estilística.

En 2006, Besson anunció su retirada del cine con una incursión en la animación digital basada en las dos primeras entregas de una saga de literatura infantil que había escrito él mismo: Arthur y los Minimoys, trabajo que combinaba perfeccionismo técnico y kitsch new age. La película colocaba los cimientos de un universo imaginario donde el subsuelo de una América vintage se revelaba territorio mágico, habitado por duendes con desconcertantes signos de acelerado progreso evolutivo, a los que no resultaban ajenas ni la cultura del after, ni la estética de las rastas. Besson incumplió su promesa: Arthur y los Minimoys ha dado pie a una trilogía y el cineasta está ultimando su adaptación de las historietas de Jacques Tardi protagonizadas por la heroína de folletín Adèle Blanc-Sec.

ARTHUR Y LA VENGANZA DE MALTAZARD

Director: Luc Besson.

Intérpretes: Freddie Highmore, Mia Farrow, Robert Stanton.

Género: Fantasía. Francia, 2009. Duración: 93 minutos.

Arthur y la venganza de Maltazard, segunda entrega de la saga, está regida por el anticlímax: si Besson hubiese sido más ambicioso, podría haber convertido esta neutralización de la aventura en su revisión particular de Las joyas de la Castafiore, el más heterodoxo álbum de Tintín. Con su final abrupto que emplaza al espectador a aguardar la entrega final, la película no puede ocultar su desvergonzada naturaleza de pieza de relleno, de promesa aplazada. En suma, de mercancía facturada con más cara que espalda.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En