Análisis:EL ACENTO

Basta de machotes

La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, México, ha aprobado en la última recta del año el matrimonio entre personas del mismo sexo, además de una reforma que les permitirá adoptar. Hubo 31 votos a favor, 24 en contra y nueve abstenciones. Es la primera ciudad de América Latina que modifica sus leyes para que los homosexuales puedan casarse y esto, si a veces es incluso complicado en países más desarrollados y abiertos, allí representa una auténtica revolución.

La iniciativa obliga a cambiar seis artículos del Código Civil de la capital mexicana, entre ellos el que resulta más rele...

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La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, México, ha aprobado en la última recta del año el matrimonio entre personas del mismo sexo, además de una reforma que les permitirá adoptar. Hubo 31 votos a favor, 24 en contra y nueve abstenciones. Es la primera ciudad de América Latina que modifica sus leyes para que los homosexuales puedan casarse y esto, si a veces es incluso complicado en países más desarrollados y abiertos, allí representa una auténtica revolución.

La iniciativa obliga a cambiar seis artículos del Código Civil de la capital mexicana, entre ellos el que resulta más relevante en este caso: donde decía que el matrimonio es una "unión libre entre un hombre y una mujer", ahora dice que es "la unión libre de dos personas".

A los homosexuales los han llamado invertidos o maricones o mariquitas, pero en México el afán de denigrarlos o de reírse de ellos ha espoleado la imaginación de los meros machos que utilizan otro sinfín de términos para humillarlos: joto, jotolón, mariquín, mariposón, marolo, puñal, puñalón, puto, putete, puteque, soplanucas o tragasables. Un montón de palabras para una misma estrategia: la de demolición. Esta nueva ley significa en el Distrito Federal que, frente a tanta sinrazón, se impone la cordura: ¡se acabó!

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Los representantes de las organizaciones que luchan por los derechos de los homosexuales lo expresaron de otra manera en la Asamblea Legislativa. "¡Sí se pudo, sí se pudo!". Los militantes del Partido de Acción Nacional (PAN) abandonaron el Salón de Sesiones para manifestar que están con la jerarquía de la Iglesia, que rechaza de manera radical el matrimonio entre personas homosexuales.

Un gran salto. Más aún en México, donde el machismo sigue siendo un veneno que recorre las arterias de la sociedad entera. Reconocer el derecho de los homosexuales a casarse es ganar una batalla de un largo conflicto, donde las mujeres tienen también mucho que ganar. Cuanto contribuya a frenar la avasalladora sinrazón de los machotes, que tantas veces se traduce en violencia, y a cuestionar sus prejuicios de clan milenario es siempre un paso adelante. Un paso necesario.

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