Una exposición reúne los recuerdos de los Ballets Olaeta
La sala Ondare muestra piezas del legado familiar
Las funciones de los Ballets Olaeta eran acompañadas por la actuación de una orquesta. En la academia de ballet Olaeta, en la calle Ercilla de Bilbao, las clases se impartían con la música de piano en directo. Ayer volvió a sonar en la sala Ondare (María Díaz de Haro, 11) junto a los trajes y objetos que resumen 80 años de trayectoria en el mundo de la danza para presentar la exposición Ballets Olaeta: coreografía de un sueño. La muestra ofrece una selección de piezas, desde zapatillas y tutús a partituras y películas rodadas en actuaciones, pertenecientes al legado que la familia Ola...
Las funciones de los Ballets Olaeta eran acompañadas por la actuación de una orquesta. En la academia de ballet Olaeta, en la calle Ercilla de Bilbao, las clases se impartían con la música de piano en directo. Ayer volvió a sonar en la sala Ondare (María Díaz de Haro, 11) junto a los trajes y objetos que resumen 80 años de trayectoria en el mundo de la danza para presentar la exposición Ballets Olaeta: coreografía de un sueño. La muestra ofrece una selección de piezas, desde zapatillas y tutús a partituras y películas rodadas en actuaciones, pertenecientes al legado que la familia Olaeta donó a la Diputación de Vizcaya el pasado mes de marzo.
La exposición resume 80 años de actividad cultural de los Olaeta, desde que Segundo Olaeta fundó en 1927 en Gernika el grupo de danza vasca Elai-Alai hasta que en 2007, tras la muerte de Víctor Olaeta, la academia de ballet de Bilbao cerró sus puertas, después de haber formado a cerca de 10.000 alumnos.
El Elai-Alai fue el primer fruto de la pasión por la danza de Segundo Olaeta. Después creó en Francia el grupo Oldarra y en 1948 los Ballets Olaeta ya contaban con una estructura que les permitió montar los grandes ballets clásicos o colaborar en las temporadas de la ABAO. En el ambiente de la exposición queda plasmado el talento del fundador de los Ballets Olaeta para aunar las esencias de la danza clásica con el folclor vasco, sobre la base de la formación y el respeto a las raíces.
La formación de bailarines fue en paralelo con la compañía y siguió con dos generaciones más de la familia Olaeta. En las clases de la academia se acuñó el término sonrisa Olaeta, el esfuerzo acompañado siempre del buen gesto, en un ambiente de respeto por la cultura vasca, el baile y la música.