Once años de espera para decir a su hijo que al padre lo mató ETA

El etarra Txapote llama en el juicio "chivata" a una policía

La viuda de José Ignacio Iruretagoyena, concejal del PP de Zarautz (Guipúzcoa) asesinado por ETA en 1998, esperó 11 años para contar a su hijo mayor, de 17, cómo murió su padre. Al hijo pequeño, que tiene 13 años, aún no se lo ha dicho. Así lo explicó ayer la viuda en el juicio que se sigue contra los ex dirigentes de ETA Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, e Irantzu Gallastegi, Amaia, acusados del asesinato de su marido y para los que el fiscal Pedro Martínez solicita penas que suman 61 años de prisión para cada uno.

La mujer explicó por qué no se lo ha contado ante...

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La viuda de José Ignacio Iruretagoyena, concejal del PP de Zarautz (Guipúzcoa) asesinado por ETA en 1998, esperó 11 años para contar a su hijo mayor, de 17, cómo murió su padre. Al hijo pequeño, que tiene 13 años, aún no se lo ha dicho. Así lo explicó ayer la viuda en el juicio que se sigue contra los ex dirigentes de ETA Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, e Irantzu Gallastegi, Amaia, acusados del asesinato de su marido y para los que el fiscal Pedro Martínez solicita penas que suman 61 años de prisión para cada uno.

La mujer explicó por qué no se lo ha contado antes a su hijo mayor: "Necesitaba estar yo bien, y no estaba bien". También relató que en el tercer aniversario del asesinato, ETA colocó otra bomba en el cementerio para que explotara durante el homenaje a su marido.

Txapote y Amaia, que son pareja y tienen un hijo en común, llevan en prisión desde el año 2001, cuando fueron detenidos en Francia y pasarán 30 años en prisión, ya que participaron en numerosos asesinatos, entre ellos los de Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica, José Luis López de la Calle, José Luis Caso y Gregorio Ordóñez. Él está condenado en firme a 307 años de cárcel y ella, a 160. No tienen nada que esperar y lo demostraron en la vista: se negaron a declarar, se tomaron el juicio a broma y estuvieron hablando entre ellos como si la vista no fuera con ellos.

El presidente del tribunal, Ángel Hurtado, les instó a guardar las formas, a lo que Txapote replicó: "Eso está en mi mano y no en la tuya". El presidente les reprendió por su actitud e incluso decidió separarlos, aunque los dos terroristas siguieron comunicándose por gestos durante toda la sesión. Hurtado tuvo que expulsar de la sala a Gallastegi, después de que se levantara para abrazar a otro etarra, Gregorio Escudero, ya juzgado, que acudía a declarar en calidad de testigo.

En otro de los altercados que mantuvo Txapote, llegó a llamar "chivata" a una agente de la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía.

Según el fiscal, el 8 de enero de 1998 Gregorio Escudero trasladó a los dos etarras desde la localidad guipuzcoana de Andoain al apeadero de Añorga, desde donde fueron en tren hasta Zarautz. Tras localizar el vehículo de Iruretagoyena, Irantzu Gallastegi colocó un artefacto explosivo compuesto por dos kilos de cloratita y amosal, mientras Txapote vigilaba. Posteriormente, de vuelta a Añorga, Gregorio Escudero les recogió de nuevo para trasladarles a Andoain.

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Al día siguiente, cuando el concejal cogió el coche para dirigirse a su trabajo, la bomba hizo explosión, causándole la muerte y heridas de cierta gravedad a otra persona.

Los datos que sirvieron para preparar el atentado contra el concejal popular habían sido proporcionados por Escudero.

El fiscal pide que los acusados indemnicen con 300.000 euros a los herederos de su víctima.

Javier García Gaztelu, Txapote, e Irantzu Gallastegi, en el juicio.EFE

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