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Hacia una verdadera Unión Europea

Tras la costosa y dilatada ratificación del Tratado de Lisboa se dispone de una Base Legal que sin llegar a ser una Constitución Europea aporta todos los medios para avanzar en una Unión que no se conforme con ser una mera Unión Económica. El objetivo es presentarse al mundo con criterios comunes y una sola voz en materias tan importantes como la política exterior y a la vez ir conformando y no sólo coordinando los principios y normas comunes para las políticas interiores de cada una de las naciones integradas en la misma.

Es importante acercar las instituciones a los ciud...

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Tras la costosa y dilatada ratificación del Tratado de Lisboa se dispone de una Base Legal que sin llegar a ser una Constitución Europea aporta todos los medios para avanzar en una Unión que no se conforme con ser una mera Unión Económica. El objetivo es presentarse al mundo con criterios comunes y una sola voz en materias tan importantes como la política exterior y a la vez ir conformando y no sólo coordinando los principios y normas comunes para las políticas interiores de cada una de las naciones integradas en la misma.

Es importante acercar las instituciones a los ciudadanos para que estos comprendan la importancia que tiene para la supervivencia de Europa en un mundo cada vez más globalizado que con colosos como China acompañando a los ya poderosos Estados Unidos, hace más necesaria una Unión no sólo para competir en el terreno económico y social sino también en lo referente a su presencia política en el mundo. La llamada "iniciativa ciudadana" contenida en el Tratado puede ser una buena vía si se implementa adecuadamente.

La política energética, que debería ser un pilar importante de la economía sostenible de la UE, no acaba de perfilarse

Con el nuevo Tratado ha cambiado sensiblemente la estructura del Consejo de la UE. Desde el 1 de enero el Consejo dispondrá de un presidente, Herman van Rompuy, de origen belga, que ocupará el cargo por dos años en vez de la presidencia rotativa cada seis meses de los países que funcionaba hasta ahora. También es importante el nombramiento de un ministro/a de Exteriores de la UE, cargo que ha recaído en la inglesa Catherine Ashton. Próximamente se irá completando el resto de ministros del Consejo y definiendo las competencias de la nueva estructura organizativa.

Pero lo importante es lo que este cambio suponga en cuanto a la actuación de la UE. Esperemos que no sea simplemente un aumento de la burocracia tan criticada por los ciudadanos y que pronto se pase a la acción para pasar de lo que es una simple coordinación de políticas a la toma de decisiones comunes de las que Europa está tan necesitada. Ha llegado el momento de pasar seriamente a la acción. Hasta ahora el Consejo, con la ayuda indispensable de la Comisión ha servido para discutir y legislar en la armonización de criterios y normas pero poco ha servido para actuar seriamente con una voz única. Se ha avanzado más en algunas materias económicas que sin embargo siempre han estado impregnadas de las luchas de los intereses de cada uno de los países.

Indudablemente el mayor avance ha sido la Unión Monetaria con el nacimiento del euro y el establecimiento de una política monetaria común, aunque todavía queden muchos países de la UE por unirse a ella. El euro ha conseguido ser valorado como una divisa importante en el mundo económico y financiero, pero la crisis actual ha puesto de manifiesto la debilidad de alguno de los principios de estabilidad que se exigen para pertenecer a este club.

En la mayoría de los países se ha avanzado poco en los contenidos económicos y sociales de la Agenda de Lisboa. Se ha establecido la libertad de movimientos de ciudadanos y trabajadores pero ni siquiera se dispone de información fiable de dichos movimientos y apenas se ha avanzado en la política migratoria común que se ha complicado al desaparecer las fronteras entre los países de la Unión Europea. Aunque esta libertad favorece claramente a los ciudadanos europeos también dificulta el conocimiento y control de los emigrantes de fuera de la UE. Como ya algunas voces ponen de manifiesto en el próximo ciclo expansivo Europa continuará necesitando la mano de obra extranjera para mantener un nivel de actividad suficiente para cubrir las necesidades de una población cada vez más envejecida y por ello será necesario avanzar conseguir una política migratoria común.

Pero incluso la política energética, que debería de ser uno de los pilares más importantes de la economía sostenible de la Unión Europea, no termina de perfilarse con una estrategia común y esto a pesar de estar en el origen mismo de la UE con los famosos acuerdos sobre el mercado del carbón y del acero. Hay que reducir la dependencia energética actualmente excesiva en Europa al mismo tiempo acordar y establecer una política común para preservar el medio ambiente.

Uno de los temas económicos más importantes para poder alcanzar una economía sostenible en las próximas décadas es la competitividad de los productos europeos frente a los de los países emergentes y, sin embargo, poco se avanza en cuanto a los costes diferenciales con otras áreas del mundo, las regulaciones de los mercados laborales, los tratamientos fiscales, costes administrativos y en los impulsos de las políticas comerciales y transferencias de tecnología. Mientras la globalización de las empresas avanza, se retrasan y dificultan los avances en materia tecnológica comunitaria.

La única forma de defender los intereses de una Europa y mantener principios y valores diferentes de los de otras áreas del mundo, es construir una Unión Europea fuerte y eficaz que sepa enfrentarse a los retos económicos, sociales y políticos ya definidos en el mundo actual. La otra opción es pasar a la historia como otra civilización más que fue importante durante siglos y sucumbió.

Carmen Alcaide es analista y expresidenta del INE.

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