Crítica:

Un testamento afectivo

Tras la novela Voces del desierto (publicada en 2005, el mismo año en el que su autora recibía el Premio Príncipe de Asturias de las Letras) y el volumen de ensayos Aprendiz de Homero (2008), la brasileña Nélida Piñon vuelve con Corazón andariego, un libro de memorias que invita al lector a adentrarse en su universo íntimo y afectivo. Se trata de una obra, es verdad, basada en la memoria, pero en una concepción dinámica de la misma, que construye subjetivamente los vaivenes del pasado y los mezcla y funde con el hilo del presente. El inicio del volumen es suficientemente e...

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Tras la novela Voces del desierto (publicada en 2005, el mismo año en el que su autora recibía el Premio Príncipe de Asturias de las Letras) y el volumen de ensayos Aprendiz de Homero (2008), la brasileña Nélida Piñon vuelve con Corazón andariego, un libro de memorias que invita al lector a adentrarse en su universo íntimo y afectivo. Se trata de una obra, es verdad, basada en la memoria, pero en una concepción dinámica de la misma, que construye subjetivamente los vaivenes del pasado y los mezcla y funde con el hilo del presente. El inicio del volumen es suficientemente expresivo: "Mi testimonio es impreciso. Mezclo la cosecha de la memoria con la creación, porque es todo lo que sé hacer". Desde esa perspectiva, Nélida Piñon elabora un relato profundamente fragmentado en el que recuerda (en su sentido etimológico: vuelve a pasar por el corazón) una vida en la que cobran especial importancia su infancia y madurez: desde sus años de niña -y su estancia en São Lourenço- hasta su profunda amistad con Carmen Balcells (a quien dedica el libro) y los días transcurridos en su casa de Santa Fe (Lleida), pasando por el peregrinaje y descubrimiento de la tierra de sus raíces familiares, Galicia.

Un testamento afectivo

Nélida Piñón

Traducción de Montserrat Mira

Alfaguara. Madrid, 2009

328 páginas, 19,5 euros

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Un viaje, así, que es toda una vida, una vida híbrida marcada por la mezcla de culturas que encarna la propia autora (la brasileña y la española, o la ibérica mejor), en el que destacan dos hilos conductores, que son en realidad uno solo. Por un lado, las continuas referencias a los familiares más cercanos y a los seres queridos, que hacen de este volumen algo así como un "libro de familia", con un papel destacado para su padre, a quien se rinde homenaje en su afán por contagiar a la autora su pasión por los libros. Por otro, el diálogo establecido en el tiempo por Nélida Piñon con su vocación de escritora, que descubre antes de los diez años y que se convierte en el segundo territorio sagrado (junto con la familia y amigos) de estas memorias. La pasión de la narradora por la literatura y la escritura palpita en los relatos orales de sus mayores, que escucha e imita con una atención propia de la patria de la infancia, y que la escritora brasileña ha seguido cultivando a lo largo y ancho de su carrera literaria. Sin embargo, no espere el lector encontrar en Corazón andariego unas memorias literarias o librescas, ni tampoco el relato de la consolidación de su autora como escritora. Corazón andariego, lejos de eso, es un espacio afectivo y, en definitiva, también un territorio profundamente vital y moral, en el que los recuerdos del abuelo Daniel y del padre Lino, especialmente, se funden en una elegía sentimental con el agradecimiento por el placer de la lectura y por el deber de la escritura, afrontado como una apasionante aventura vital en la que ambos territorios, literatura y vida, acaban por confundirse en la imprecisión de la memoria: "La literatura se amarra al ser y lo salva". Un testamento vital, un homenaje afectivo y una profunda aventura lírica, eso es Corazón andariego.

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