Crisis y sensatez
Resulta evidente que, en estos últimos tiempos, los hábitos de consumo han cambiado sustancialmente. Se gasta menos, se consumen más marcas blancas, se prescinde de lo prescindible y se recortan gastos innecesarios. Paralelamente, los precios se moderan, en el contexto de un consumo equilibrado. De seguir por este camino tal vez incluso la vivienda llegue a tener un precio razonable, quién sabe. Lo cierto es que la gente se lo piensa dos veces antes de pedir un crédito y los bancos se lo piensan tres antes de concederlo. De repente se actúa, al menos aparentemente, con previsión y senti...
Resulta evidente que, en estos últimos tiempos, los hábitos de consumo han cambiado sustancialmente. Se gasta menos, se consumen más marcas blancas, se prescinde de lo prescindible y se recortan gastos innecesarios. Paralelamente, los precios se moderan, en el contexto de un consumo equilibrado. De seguir por este camino tal vez incluso la vivienda llegue a tener un precio razonable, quién sabe. Lo cierto es que la gente se lo piensa dos veces antes de pedir un crédito y los bancos se lo piensan tres antes de concederlo. De repente se actúa, al menos aparentemente, con previsión y sentido común.
Parece que la crisis hubiera inyectado en la sociedad una considerable dosis de sensatez, de la que a todas luces, la sociedad carecía durante los últimos años. Lástima que haya tenido que ser a la fuerza. La crisis, aparte de muchas desgracias, nos trajo algo de sensatez, pero si la sensatez hubiera existido previamente, no hablaríamos ahora de crisis.