Análisis:EL ACENTO

"El sueño continúa vivo"

Con la muerte del senador Edward Kennedy desaparece uno de los últimos veteranos de la Nueva Frontera. Fue como sus hermanos, John y Robert, un liberal consecuente, defensor de las minorías raciales y de los pobres, abogado de las reformas sociales y, en especial, de la sanidad pública. Y contrario a las intervenciones militares fueran en Vietnam, Panamá o Irak.

Su memoria es hoy honrada más allá de los muros del Senado, de las fronteras de Estados Unidos y de su querida Irlanda, tierra de origen de su familia, que no olvidará sus gestiones para buscar la paz en el norte de la isla.
...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Con la muerte del senador Edward Kennedy desaparece uno de los últimos veteranos de la Nueva Frontera. Fue como sus hermanos, John y Robert, un liberal consecuente, defensor de las minorías raciales y de los pobres, abogado de las reformas sociales y, en especial, de la sanidad pública. Y contrario a las intervenciones militares fueran en Vietnam, Panamá o Irak.

Su memoria es hoy honrada más allá de los muros del Senado, de las fronteras de Estados Unidos y de su querida Irlanda, tierra de origen de su familia, que no olvidará sus gestiones para buscar la paz en el norte de la isla.

Sobre sus espaldas cayó, en 1968, la responsabilidad de mantener la herencia política del presidente Kennedy, al ser también asesinado su hermano Robert cuando caminaba con paso firme hacia la Casa Blanca.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Su futuro político pareció hundirse irremediablemente, un año después, cuando cayó en su automóvil a las aguas de la bahía de Chappaquiddick con una secretaria, Mary Jo Kopechne, que murió en el accidente.

Pero la tenacidad y el coraje han sido rasgos de familia a los que no fue ajeno Edward, que estuvo siempre en el ojo del huracán, tanto por sus virtudes como por sus excesos. Los Kennedy han tenido enemigos poderosos en los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense que no aceptaron nunca el espíritu progresista de aquellos jóvenes de Boston, millonarios, atractivos y liberales.

La antorcha que prendiera el presidente John F. Kennedy en 1960 y que Edward sostuvo durante 47 años en el Senado cambió de manos hace un año en la convención del Partido Demócrata en Denver, Colorado. Y fue el propio Edward, Ted, el que la entregó en un discurso memorable al entonces candidato demócrata y hoy presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Subió al estrado con la certeza de que su tiempo se acababa, ya que meses antes le habían diagnosticado un tumor cerebral maligno. Cumplió con la misión que atribuía a los liberales norteamericanos: hablar por los que no tienen voz. Anunció que Obama cerraría "el libro de las viejas políticas de raza y género", y dijo percibir una "nueva marea de esperanza". Y concluyó: "El sueño continúa vivo".

Archivado En