DESDE MI SILLA DE RUEDAS | TOUR 2009 | Cuarta etapa

La crono y la nostalgia

Hoy me pongo a escribir tarde y con el ánimo un poco alterado. La crono por equipos ha terminado hace ya unas cuatro horas, acabo de hablar por el skype con Flecha, uno de mis compañeros de equipo en Francia, y ya le falta poco para ir a la cama. Para mí no ha sido muy dura, me ha dicho, y la verdad es que no parecía muy cansado.

El otro día me escribía un mensaje de ánimo uno de los médicos de mi equipo, y me decía que además de recuperarme físicamente, que es en lo que estoy centrado, que no me olvide del componente psicológico, que también es importante y a veces lo olvidamos. Y creo...

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Hoy me pongo a escribir tarde y con el ánimo un poco alterado. La crono por equipos ha terminado hace ya unas cuatro horas, acabo de hablar por el skype con Flecha, uno de mis compañeros de equipo en Francia, y ya le falta poco para ir a la cama. Para mí no ha sido muy dura, me ha dicho, y la verdad es que no parecía muy cansado.

El otro día me escribía un mensaje de ánimo uno de los médicos de mi equipo, y me decía que además de recuperarme físicamente, que es en lo que estoy centrado, que no me olvide del componente psicológico, que también es importante y a veces lo olvidamos. Y creo que eso es lo que me tiene hoy alterado, el hecho de que hoy se haya disputado una crono por equipos. Ha sido ver a los equipos en formación, y me ha atrapado la nostalgia.

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Y es que aunque me caí en la octava etapa del Giro, tras varias etapas en línea, mis primeros recuerdos después del estado de coma ligados a una bicicleta me remitían a una contrarreloj por equipos. No sabía entonces decir ni dónde ni cuándo, pero yo me veía a mí mismo acoplado a mi Giant negra de carbono, metiendo bien la cabeza entre los hombros, enfundado en un estrecho buzo de lycra y atrapado por el rumor del rodaje de la rueda lenticular. Muy concentrado y tratando de seguir la rueda de mis compañeros gastando la menor fuerza posible, reservándola para cuando me tocase el relevo.

Me dijeron que sí, que aquello fue en la primera etapa del Giro, en el Lido de Venecia. Pero que luego vinieron unos días más, y otros. Etapas en línea normales y corrientes. Luego llegó el día de mi caída, cuyas consecuencias estaba entonces sufriendo. Pero yo no me acordaba de nada de todo aquello, y lo que es peor, tampoco lo entendía. Me hablaban de una caída, pero yo me acordaba perfectamente del momento en el que cruzaba la meta de aquella contrarreloj; en solitario, descolgado de mis compañeros tras un último y prolongado esfuerzo a dos kilómetros de meta. No, me estaban engañando, yo ese día no me caí, crucé la meta con normalidad, y aquel Giro comenzó y terminó aquel mismo día. Estaba convencido de ello, y en memoria no había ningún dato que negase esta teoría.

Éste es el porqué de mi nostalgia. Más tarde fui recordando gradualmente otros datos, pequeños detalles, pero son recuerdos más difusos, impregnados de una pequeña niebla que no aclara si están en el territorio del sueño, o en el del recuerdo. Sin embargo, aquella crono por equipos fue real, no me cabe ninguna duda. La sufrí y la disfruté como sólo se hace en una prueba de estas características, tan diferente a todo lo demás que nos podemos encontrar en el ciclismo. Aquel día sufrí hasta reventar, por eso que terminé descolgado, pero hoy disfruto tanto de ese recuerdo como disfruté en aquel momento de la sensación de haberlo dado todo. Esa es la misión en este tipo de pruebas, dar todo de ti mismo por el bien de todos tus compañeros.

En fin, que se me perdone la digresión, pero la nostalgia ha podido conmigo, espero que se entienda. Astana ha ganado, y Cancellara sigue de líder, precisión milimétrica de reloj suizo. Unas míseras centésimas han separado a Armstrong de hacer historia. Que nadie se confíe, que aún tendrá más oportunidades, y está de momento en la posición idónea para aprovecharlas.

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