Cartas al director

Queda mucho camino por andar

Hace medio año confesé a mis padres que me enamoro de personas de mi mismo sexo. Les dije que no se preocuparan por mí, porque, salvo contadísimas excepciones, la sociedad veía la homosexualidad como algo cotidiano, normal, natural, visible. Nunca desde que acepté y dejé de esconder mi condición sexual tuve ningún problema con nadie.

Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando me he ido a estudiar un máster a otra ciudad y me he encontrado con enormes faltas de respeto y ataques a mi dignidad como persona. No sólo por parte de estudiantes procedentes de países donde la homosexualidad está peor...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hace medio año confesé a mis padres que me enamoro de personas de mi mismo sexo. Les dije que no se preocuparan por mí, porque, salvo contadísimas excepciones, la sociedad veía la homosexualidad como algo cotidiano, normal, natural, visible. Nunca desde que acepté y dejé de esconder mi condición sexual tuve ningún problema con nadie.

Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando me he ido a estudiar un máster a otra ciudad y me he encontrado con enormes faltas de respeto y ataques a mi dignidad como persona. No sólo por parte de estudiantes procedentes de países donde la homosexualidad está peor vista; también por parte de un gran porcentaje de españoles que han asistido a un intenso debate social sobre el tema durante los últimos años.

Suerte que en un mes volveré a mi hogar: allí donde nadie maquilla su homofobia diciendo que respetan y toleran mi opción (¿debería agradecerlo?). Allí donde nadie discute "lo natural" de mi sexualidad. Allí donde nadie presupone mi capacidad para educar y hacer feliz a un niño estando casado con mi pareja.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Me alegra haberme dado cuenta de que todavía queda mucho por hacer, incluso en uno de los países donde hemos conseguido tener los mismos derechos.

Archivado En