Cartas al director

Adiós a Ullán

Me enteré tarde, demasiado tarde para asistir al acto de su incineración en el cementerio de La Almudena, pero no quiero dejar de mostrar mi más sincero pesar y abatimiento por la muerte de José Miguel Ullán.

Conocí a José Miguel Ullán en París, el 22 de julio de 1974, en una terraza de la Place Saint Michel. Recuerdo esa fecha porque con esa fecha me dedicó su libro La mortaja (¡qué ironía!), que había adquirido en la librería Ruedo Ibérico. Me acompañaba el también poeta -y periodista- Ramón Pedrós, amigo suyo, que fue quien nos presentó. Nos relató su huida de tierras charras ...

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Me enteré tarde, demasiado tarde para asistir al acto de su incineración en el cementerio de La Almudena, pero no quiero dejar de mostrar mi más sincero pesar y abatimiento por la muerte de José Miguel Ullán.

Conocí a José Miguel Ullán en París, el 22 de julio de 1974, en una terraza de la Place Saint Michel. Recuerdo esa fecha porque con esa fecha me dedicó su libro La mortaja (¡qué ironía!), que había adquirido en la librería Ruedo Ibérico. Me acompañaba el también poeta -y periodista- Ramón Pedrós, amigo suyo, que fue quien nos presentó. Nos relató su huida de tierras charras hacia París porque no quería hacer la mili, y nos comunicó con absoluta normalidad su esencial cambio de vida sentimental. También nos desgranó, al compás de sorbos de una cerveza, lo difícil que lo tenía para costearse la vida trabajando como periodista en la ORTF. Años después, volví a encontrarle en el Grupo 16, yo en Cambio 16 y él como responsable de Cultura de Diario 16. Durante el tiempo que permaneció en Diario 16 mantuvimos una estrecha relación. Era una de las voces más personales -y, como dice Juan Cruz en la página 50 de EL PAÍS del 24 de mayo-, "un poeta radical, intransigente y disconforme" del actual panorama poético español. El libro citado, La mortaja, está dedicado "a Crojulisto, dios de los infiernos". Allí donde se encuentre, Ullán hará honor a sus propios versos: "Juro / seguir soñando / con la / armada" (Maniluvios, El Bardo 1972, página 84).

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