El Olimpo de los golosos

Lleva pocos meses abierto y se ha convertido en un destino favorito de golosos y fanáticos de lo dulce. Y también en un punto de recalada para los buscadores de la mejor bollería, que acuden a adquirir brioches espléndidos, cruasanes de hojaldre sublime o napolitanas de ligereza irrepetible. Entre la prestigiosa escuela de cocina Hofmann, en pleno barrio de la Ribera, y esta recoleta pastelería, situada detrás de la iglesia de Santa María, apenas median cinco minutos. Un trayecto que su propietaria, la prestigiosa y polifacética Mey Hofmann, recorre a diario para supervisar el obrador y los mo...

Lleva pocos meses abierto y se ha convertido en un destino favorito de golosos y fanáticos de lo dulce. Y también en un punto de recalada para los buscadores de la mejor bollería, que acuden a adquirir brioches espléndidos, cruasanes de hojaldre sublime o napolitanas de ligereza irrepetible. Entre la prestigiosa escuela de cocina Hofmann, en pleno barrio de la Ribera, y esta recoleta pastelería, situada detrás de la iglesia de Santa María, apenas median cinco minutos. Un trayecto que su propietaria, la prestigiosa y polifacética Mey Hofmann, recorre a diario para supervisar el obrador y los mostradores.

Nada más entrar brotan los olores a mantequilla, el fondo a frutos secos, bizcochos, cremas de frutas y chocolate. Cada mañana se pone a punto un amplio surtido de piezas dulces cuyo surtido rota por temporadas. Hofmann, que fue discípula del famoso pastelero francés Gastón Lenôtre y que acumula por herencia familiar parte de las tradiciones golosas centroeuropeas, es mucho más que una cocinera de postres o una pastelera de restaurante. Su sabiduría como directora influye en la creatividad de sus refinadas especialidades. Entre ellas, brownies, tartitas selva negra, Saint Honoré de chocolate, soufflés de chocolate blanco, bombones crujientes, tiramisú helado, merengues, tartas de queso, financiers y bastones de toffee. Una apoteosis de mundo dulce en versión contemporánea.