Cartas al director

Apuntes

En la reseña de María José Obiol sobre mi novela, La jauría y la niebla, publicada en Babelia el pasado 28 de marzo, se leía que le resultaban "discutibles y ajenos al texto" algunos "apuntes", como "un profesor de modales educados dictando órdenes para que unos niños que disfrutan del recreo utilicen el euskera". Aparte de que ese profesor no "dicta", sino que recomienda (lo que es muy distinto), la figura del vigilante lingüístico existe en muchas ikastolas, aunque Obiol parezca dudarlo. Lo malo es que a partir de ahí cae en un prejuicio de signo opuesto a aquél del que ...

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En la reseña de María José Obiol sobre mi novela, La jauría y la niebla, publicada en Babelia el pasado 28 de marzo, se leía que le resultaban "discutibles y ajenos al texto" algunos "apuntes", como "un profesor de modales educados dictando órdenes para que unos niños que disfrutan del recreo utilicen el euskera". Aparte de que ese profesor no "dicta", sino que recomienda (lo que es muy distinto), la figura del vigilante lingüístico existe en muchas ikastolas, aunque Obiol parezca dudarlo. Lo malo es que a partir de ahí cae en un prejuicio de signo opuesto a aquél del que velada e injustamente me acusa. Al situar la novela en Euskadi sabía que me exponía a lecturas sesgadas. A otros, quizá, les parecerá "discutible" que la única persona que defiende al adolescente acosado increpe a los acosadores en euskera. Pero soy optimista, y pienso que la mayoría de los lectores interpretará mi novela como lo que es: una historia de ficción, aunque, eso sí, muy bien documentada y, por desgracia, nada exagerada.

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