Crítica:FLAMENCO | Farruquito

Zapateado prodigioso

Los admiradores de Farruquito dejaron su conciencia en sus casas para llenar el Palau de la Música de Barcelona predispuestos a aplaudir a su ídolo. Él no les defraudó. Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, tras casi tres años sin pisar los escenarios a raíz de sus problemas judiciales, vuelve a bailar en un intenso y brillante espectáculo titulado Puro, en el que se acompaña de excelentes músicos y cantaores, y en el que cuenta con la colaboración de Manuel Molina, el componente del dúo Lole y Manuel, con el que ya colaboró en el espectáculo anterior Alma vieja.
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Los admiradores de Farruquito dejaron su conciencia en sus casas para llenar el Palau de la Música de Barcelona predispuestos a aplaudir a su ídolo. Él no les defraudó. Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, tras casi tres años sin pisar los escenarios a raíz de sus problemas judiciales, vuelve a bailar en un intenso y brillante espectáculo titulado Puro, en el que se acompaña de excelentes músicos y cantaores, y en el que cuenta con la colaboración de Manuel Molina, el componente del dúo Lole y Manuel, con el que ya colaboró en el espectáculo anterior Alma vieja.

En este nuevo montaje, con el que se cerró el Festival de Cajón la noche del viernes en el Palau, público y artista se unieron en una ceremonia íntima e inolvidable únicamente alterada por algunos problemas técnicos y los calurosos aplausos que recibían constantemente el bailaor y su cuadro flamenco.

PURO

Farruquito. Festival de Cajón. Palau de la Música Catalana. Barcelona, 3 de abril

Puro, de 85 minutos de duración, empezó con una interpretación musical que fue calentando al espectador durante unos 10 minutos, hasta que salió al escenario Farruquito. Vestido con traje de terciopelo grana, interpretó el palo abandolao, en el que centelleó su virtuoso baile. Sus problemas con la justicia han esculpido en su rostro la tristeza, pero no han restado ni un ápice de brillantez a su prodigioso y elegante zapateado. Altanero, desafiante y religioso, su baile seductor doblegó al público desde el primer momento.

A este palo le siguió la coreografía Lluvia de ilusión. Aquí el artista exhibió su zapateado de acero, veloz y rico en registros. A continuación, vestido con un traje blanco, Farruquito se arrancó por seguiriyas y alegrías. Con pulso firme y pendenciero, sus pies acariciaban el suelo con rabia seductora; ágiles y sabios, transmiten la pasión de raza del puro flamenco.

Con el Palau ya al rojo vivo, el bailaor se marcó una solemne soleá vestido con traje de negro y camisa con chorreras; en ella hizo gala de una madurez artística apabullante, regalando, además, algunas piruetas acrobáticas, empujado por el entusiasmo del público.

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Al final todos los músicos y el bailaor, vestidos todos de blanco y descalzos, al estilo hippy, interpretaron la coreografía La fe del amor.

Hay que mencionar que algunas de las músicas de Puro han sido compuestas por Farruquito en la cárcel de Sevilla, donde cumple condena por homicidio imprudente.

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