Análisis:EL ACENTO

El precursor es Pepe

El secreto y la exclusividad eran también dos recursos que manejaba con maestría José Pérez Díaz. Dirigía la sucursal número 1 del Banco Popular en Santander y seleccionó a 300 de los más de 2.000 clientes que tenía su oficina. Les propuso que ganaran más: les daría -a ellos, los elegidos- una rentabilidad del 12% (y más, según qué casos) para que invirtieran sus ahorros. Dos puntos más que la competencia. En ese momento es previsible que bajara la voz o guiñara un ojo: discreción, les recomendaba, el Ministerio de Hacienda no iba a enterarse de nada. Cuentan que había cola para tratarlo.
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El secreto y la exclusividad eran también dos recursos que manejaba con maestría José Pérez Díaz. Dirigía la sucursal número 1 del Banco Popular en Santander y seleccionó a 300 de los más de 2.000 clientes que tenía su oficina. Les propuso que ganaran más: les daría -a ellos, los elegidos- una rentabilidad del 12% (y más, según qué casos) para que invirtieran sus ahorros. Dos puntos más que la competencia. En ese momento es previsible que bajara la voz o guiñara un ojo: discreción, les recomendaba, el Ministerio de Hacienda no iba a enterarse de nada. Cuentan que había cola para tratarlo.

Lo que hacía José Pérez Díaz con el dinero de sus clientes era ingresarlo en cuentas fuera de la contabilidad oficial del banco, y apuntaba él mismo a máquina los saldos, y los supuestos intereses. Todo marchaba a la perfección en su negocio paralelo hasta que a algunos de sus clientes se les ocurrió retirar su dinero. En ese instante, José Pérez Díaz se convirtió en Pepe el del Popular. Hizo las maletas y cruzó el charco. Se llevó 6.000 millones de las pesetas de entonces (36 millones de euros), y empezó una nueva vida. Desde aquel 5 de marzo de 1991 era uno de los grandes fugitivos de la justicia española.

Lo detuvieron el pasado lunes en el paseo de la Reforma, en la ciudad de México. Pepe trabajó en una sucursal de banco en una provincia de España. ¿Cómo habría sido su historia si se le hubiera ocurrido nacer en Nueva York y hubiera fundado una empresa de gestión de activos, como Bernard Madoff? Pues que igual se carga el capitalismo, como ha hecho el financiero estadounidense, invitando a copas a sus clientes en selectos clubs de golf. Pero Pepe no creció en la Quinta Avenida, y sus maneras tenían más bien un punto del Dioni, otro de nuestros célebres bandidos. Un corazón grande y la ingenua espontaneidad de los que no proceden de exquisitas cunas: un día asaltaron su sucursal y se jugó la vida enfrentándose al atracador y a su escopeta de cañones recortados. Salvó 50.000 pesetas. Un héroe.

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Ya trabajaba por entonces en sus cosas. Tras huir, se instaló en Veracruz con una identidad falsa. Ha estado allí 18 años. A Madoff lo pillaron mucho más rápido.

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