Análisis:EL ACENTO

Política conyugal

Hasta ahora se sabía que California había seguido la tradición americana de que los actores salten de la pantalla a la política. Pero en los últimos tiempos se ha conocido que este Estado podría apuntarse a una segunda tradición no menos prometedora que la otra: la de que las esposas de los mandatarios acaben optando al puesto político que dejan vacantes sus maridos. En Estados Unidos, Hillary Clinton ha creado escuela tras abandonar la Casa Blanca, y en esta ocasión es Maria Shriver, la mujer de Arnold Schwarzenegger, quien está estudiando la posibilidad de presentar su candidatura como gober...

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Hasta ahora se sabía que California había seguido la tradición americana de que los actores salten de la pantalla a la política. Pero en los últimos tiempos se ha conocido que este Estado podría apuntarse a una segunda tradición no menos prometedora que la otra: la de que las esposas de los mandatarios acaben optando al puesto político que dejan vacantes sus maridos. En Estados Unidos, Hillary Clinton ha creado escuela tras abandonar la Casa Blanca, y en esta ocasión es Maria Shriver, la mujer de Arnold Schwarzenegger, quien está estudiando la posibilidad de presentar su candidatura como gobernadora de California. Shriver no es una desconocida, puesto que abandonó una carrera de éxito como periodista para atender sus múltiples compromisos como primera dama del Estado. Según ha declarado, la decisión de considerar su paso a la política se explica porque se ha puesto en el camino de ser ella misma.

La novedad que aporta Maria Shriver es que, a diferencia de Hillary Clinton o de la argentina Cristina Fernández, que sucedió en la presidencia a su marido Néstor Kirchner, su eventual candidatura no sería del mismo signo político que la que llevó a Schwarzenegger hasta la primera magistratura de California. Schwarzenegger es republicano y Shriver, demócrata. No es una adscripción sobrevenida sino demostrada a lo largo de los años: su apoyo a la candidatura de Obama no fue sino el último ejemplo de las discrepancias políticas que ha mantenido con su marido, con quien conserva una relación sin aparentes tormentas. Shriver es, además, miembro de una conocida familia de líderes demócratas.

En el caso de que Maria Shriver optase por consagrarse a la política y obtuviera finalmente la elección como gobernadora, Arnold Schwarzenegger estaría moralmente obligado a hacer lo que ella hizo: abandonar su profesión para consagrarse a sus deberes como primer caballero de California. El indómito justiciero de las pantallas convertido en anfitrión sonriente e intachable sería la demostración de que un actor nunca sabe dónde le aguarda el papel de su vida.

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