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Bolonia y la participación

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La sociedad entera venimos siendo testigos de numerosas manifestaciones contra el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), popularmente conocido como Proceso de Bolonia. Privatización, mercantilización o desaparición de las becas son algunos de los miedos contra los que se lucha desde los sectores anti-Bolonia. Sin embargo, estas últimas movilizaciones han puesto de manifiesto, además de las reivindicaciones, la necesidad de mejorar la participación estudiantil en España, un hecho necesario para al mismo tiempo mejorar la Universidad.

Sin duda es provechoso que los estudiantes se m...

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La sociedad entera venimos siendo testigos de numerosas manifestaciones contra el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), popularmente conocido como Proceso de Bolonia. Privatización, mercantilización o desaparición de las becas son algunos de los miedos contra los que se lucha desde los sectores anti-Bolonia. Sin embargo, estas últimas movilizaciones han puesto de manifiesto, además de las reivindicaciones, la necesidad de mejorar la participación estudiantil en España, un hecho necesario para al mismo tiempo mejorar la Universidad.

Sin duda es provechoso que los estudiantes se movilicen, que participen y que sean críticos constructivos con la política universitaria. No obstante, es evidente que hay una falta generalizada de información al respecto y que, en la mayoría de los casos, las opiniones están basadas en visiones erróneas del proceso. Esto se traduce en que varias de las reivindicaciones no coinciden con la realidad, por lo que pierden credibilidad.

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¿Entonces qué ha fallado? Por una parte, la incertidumbre, generalizable a otros sectores universitarios, y la falta de información, o más bien el exceso de información técnica y soporífera. A ello se suma la desinformación por parte de algunos sectores interesados que han aprovechado la confusión generalizada del proceso para trasladar intereses e idearios personales. Por otra parte, un sistema estatal de representación estudiantil incompleto ya que España es de los pocos países de Europa que no posee un Consejo Estatal de Estudiantes (actualmente en proceso de creación), órgano oficial con el que elevar reivindicaciones, coordinarse y tener un alcance mayor en las mismas. Cabe destacar por último la visión paternalista que se ha tenido con el alumnado en varias ocasiones, en cuanto a no hacerle partícipe activamente de las decisiones u opiniones.

¿Cuál es la solución? Se pueden proponer varias a todo ello. Sin embargo, consideramos importante un concepto: implicación, que básicamente es hacer propio algo, ser parte de un proceso o un hecho. ¿Cómo implicar a alguien? Mediante tres conceptos simultáneos como son formación, motivación y efectividad. Es decir, para que el estudiantado participe y consiga ser parte activa del proceso de transformación universitaria se requiere que esté formado con información clara y adaptada, que tenga una motivación a participar y por supuesto que su voz y acción tenga efectividad y sea tenida en cuenta.

La Universidad, como todo, está en constante evolución y su adaptación depende de que todos los agentes implicados (responsables políticos, profesores y estudiantes) participen activamente y se impliquen. Aprovechemos esta ocasión para solventar los claros fallos que existen actualmente como falta de reconocimiento de los títulos en otros países europeos, masters no regulados y a precios desorbitados, metodología y varios planes de estudio anticuados, etc. Aprovechemos la oportunidad pero con formación y fundamento, de lo contrario las acciones y el esfuerzo pierden credibilidad y por tanto efectividad.

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Por último, y analizando diversos estudios de la educación superior en la Unión Europea, confiamos en que llegaremos a los niveles de participación e implicación estudiantil de otros países. La pregunta es cuándo y lo deseable es, sin duda, cuanto antes.

Richard Merhi es ex presidente del Consejo de Estudiantes de la Universitat Jaume I de Castellón.

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