Reportaje:

Un rey que lo pierde todo para tiempos de crisis

Carme Portaceli dirige 'Ricard II', de Shakespeare, obra inédita en los escenarios catalanes

"Nada podemos ya llamar nuestro salvo la muerte / y este pequeño modelo de la tierra desnuda / que nos sirve de amalgama y cubre nuestros huesos". No son las palabras desesperadas de una víctima de la crisis, sino las de un rey desposeído, Ricardo II en la obra homónima de Shakespeare. Pero es verdad que visto hoy en día, con lo que está cayendo, el trágico destino de Ricardo, que lo pierde absolutamente todo, reino, fortuna, identidad y, tras penar en el castillo de Pomfret, hasta la vida, nos suena de manera especial, muy cercano.

¿Se puede hacer una lectura de la pieza en ese sentido...

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"Nada podemos ya llamar nuestro salvo la muerte / y este pequeño modelo de la tierra desnuda / que nos sirve de amalgama y cubre nuestros huesos". No son las palabras desesperadas de una víctima de la crisis, sino las de un rey desposeído, Ricardo II en la obra homónima de Shakespeare. Pero es verdad que visto hoy en día, con lo que está cayendo, el trágico destino de Ricardo, que lo pierde absolutamente todo, reino, fortuna, identidad y, tras penar en el castillo de Pomfret, hasta la vida, nos suena de manera especial, muy cercano.

¿Se puede hacer una lectura de la pieza en ese sentido? "Ah, sí, Ricardo, que en un plis pasa del todo a la nada, es un buen símbolo de ese tener y no tener de la sociedad occidental, de ese colapso del sistema en que lo que parece más sólido del mundo se va a pique", responde Carme Portaceli. La directora ha montado con un sentido muy contemporáneo -incluso transcurre en un aparcamiento- el Ricard II que se presenta mañana (hasta el 29 de marzo) en la Factoria Escènica Internacional (FEI) -Nau Ivanow- de Barcelona, y que de hecho significa, recalca, el estreno de la pieza en los escenarios catalanes. Manel Barceló interpreta al monarca en el espectáculo, que cuenta con una nueva traducción al catalán de Joan Sellent que mantiene el verso. Portaceli, responsable de la adaptación, ha recortado la obra hasta dejarla en 1 hora y 50 minutos.

Ricardo II es, pese a los bellísimos monólogos del protagonista, que prefiguran incluso los de Hamlet, una obra muy poco representada fuera de Gran Bretaña, donde han interpretado notablemente al rey John Gilgud, Alec Guiness, Ian Richardson, Ian McKellan y Alan Howard, que hacía la machada de encarnar a Ricardo y a su rival Henry Bolingbroke (el futuro Enrique IV) en noches alternas. Recientemente, lo interpretó en el Old Vic, de manera magistral, humanizándolo hasta extremos conmovedores, Kevin Spacey (la forma en que recitaba el monólogo más célebre -"Let's talk of graves, of worms, and epitaphs"-, sentado en el borde del escenario y vestido con ropa de combate del ejército británico, resultaba inolvidable). En 1997 hizo de Ricardo Fiona Shaw. "Hay una tradición de chicas en el papel de Ricardo. Nosotros hacemos al revés: Gabriela Flores interpreta a Bolingbroke, para acentuar más la idea de esperanza de cambio".

La obra, políticamente explosiva, tuvo sus problemillas en la época de Shakespeare: dado que trata de cómo destronan y asesinan a un rey ("farewell king!"), que posee toda la legitimidad, para poner en el trono a un usurpador, a Isabel I -que además se identificaba con Ricardo- no le haría ninguna gracia. De hecho, la gran escena de la deposición (la mayoría del acto 4 escena 1), que podía oler a sedición, no llegó a imprimirse en vida de la reina. Se dice que Essex y los otros conspiradores hicieron que la compañía de Shakespeare les representara la pieza au complet la víspera de su fracasada rebelión en 1601, para ir haciendo boca.

"Hace tiempo que quería montarla y ahora y aquí en la Ivanow es el momento", dice Portaceli. "Me atrae el personaje, que tiene el poder desde pequeño, que está acostumbrado a mandar, y que lo pierde todo en un momento. Eso le hace mirar hacia dentro de sí mismo y encontrar otras cosas. Esa reflexión me interesa. Y la visión del Gran Mecanismo de Shakespeare, ese sucederse de un monarca por otro, que llega cargado de promesas y anunciando una nueva era y enseguida se mancha también las manos de sangre". Evidentemente, la directora ha leído a Jan Kotts. "Sí, él ha mostrado ese mecanismo de Shakespeare como nadie. No hay que olvidar tampoco que Ricardo y Bolingbroke son primos, son las mismas familias las que se alternan en el poder, como los políticos de aquí que son siempre los mismos, un día en la Virreina, otro en el CCCB...". Portaceli hace interpretar personajes distintos de los mismos actores. "Así explicito que los ejecutores del poder en la sombra son los mismos independientemente de que sirvan a Ricardo o Bolingbroke".

Carme González y Manel Barceló en una escena de Ricard II.DAVID RUANO
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